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Vacaciones y tecnología: ¿placer o estrés?
La presión laboral afecta a las personas ansiosas y la posibilidad de estar on line en casi todos lados, complica aún más. Cuáles son los signos para preocuparse
25 de enero de 2008
Hay muchas personas que, aún en tiempos de receso laboral, no pueden aflojar ni un poquito en su afán de saber cómo están las cosas en el trabajo, hablán por celular y chequean mails. Muchos pueden concluir en una crisis de ansiedad veraniega, fatal.

La ansiedad y sus trastornos son tan viejos como las civilizaciones. Sin embargo, en los últimos años se agravaron por el ritmo que el uso de las nuevas tecnologías sumó al aceleramiento propio de la modernidad, la presión de la competencia laboral y la exigencia de la industria del consumo. Según estimaciones del Centro de Estudios Especialista en Trastornos de Ansiedad sede Pilar cotejados con datos de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad, en los últimos 15 años el número de argentinos que sufre algún tipo de trastorno de ansiedad saltó del 3% al 5%.

"En determinadas personas, la comunicación racional o informativa tiene características de compulsión. Tienen que estar comunicadas porque creen que así controlan su entorno y su vida. Muchas de estas personas logran desconectarse en vacaciones. Pero muchas otras, no", afirma el especialista en clínica médica Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés.

Las personas ansiosas que durante los 15 o 20 días en las sierras o en la playa no logran desenchufarse corresponden a dos tipos de pacientes, según López Rosetti: los adictos a las comunicaciones y los pacientes que tienen serias dificultades para delegar responsabilidades. "Explotan en las vacaciones porque la disminución de la conducta de híper comunicación, al igual que dejar de comer o de fumar, les produce abstinencia", explica el especialista.

Para otras personas con niveles elevados de ansiedad o estrés, por el contrario, el mismo contexto les hace imposible olvidarse de las rutinas del año y relajarse. A diferencia de hace apenas una década, hoy en casi todos los destinos de veraneo hay disponibles redes celulares y conexiones de Internet, además de dispositivos personales que permiten la conectividad constante, como las notebooks y las palms.

"Si los caudales de ansiedad no bajan en vacaciones o, por el contrario, suben, el período de receso termina transformándose en un estrés en lugar de un descanso", detalla Gabriela Martínez Castro, directora del Centro de Estudios Especialista en Trastornos de Ansiedad sede Pilar.

Y así como la ansiedad, tal y como explican los especialistas, es una emoción natural que protege a las personas de situaciones de peligro (el apetito genera también ansiedad y no sólo hambre, o la ansiedad que produce cruzar la calle y dar un paso hacia atrás al venir un auto), "cuando se eleva por encima de lo necesario interfiere en la vida cotidiana de las personas e impide realizarla normalmente", dice la psicóloga Martínez Castro, experta en estos trastornos.

Los trastornos de ansiedad tienen una triple causa. Una genética (familiares de primer grado ansiosos); otra de crianza (haber crecido en un ambiente ansioso) y una tercera, la devenida de situaciones de estrés. Sus principales síntomas son inseguridad, miedos, irritabilidad, agitación psicomotriz, taquicardia, sudoración, problemas gastrointestinales, ahogos, temblores, contracturas musculares, entumecimiento, mareos y cefaleas.

La conflictiva de los trastornos de ansiedad en vacaciones no reside sólo en el sufrimiento del paciente, sino en cómo afecta al resto de los miembros de la familia que, en lugar de gozar del mar y el calorcito cayendo sobre la piel, se ven obligados a tomar riendas en el asunto. Y a contener a ese ser querido para pasar la crisis y consultar, a la vuelta, a un especialista.