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El gobierno de Bush permitió torturar a extranjeros
El jefe del Departamento de Justicia admitió que la administración permitió a la CIA emplear "ciertas técnicas severas". Entre ellas, ahogamientos simulados. Los detalles
18 de febrero de 2008
El país que dice ser el más democrático, hoy está en boca de todo el mundo, y no por su beneplácito hacia los extranjeros, sino porque un alto funcionario estadounidense reveló que el gobierno de Bush permitió torturar a extranjeros.

Según reveló este lunes el prestigioso diario The Washington Post, Steven G. Bradbury, segundo jefe de la Oficina de Consejo Legal del Departamento de Justicia, admitió que la administración republicana permitió a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) emplear "ciertas técnicas severas", pero únicamente "si no causaban un dolor severo y duradero".

El funcionario reconoció que durante los interrogatorios se realizaron ahogamientos simulados a reos acusados de ser miembros de Al Qaeda y manifestó que como los abogados del Departamento de Justicia consideraron al "submarino" y otras prácticas como legales, "yo apliqué ese criterio".

A su vez, Bradbury aseguró que las tácticas empleadas no tenían nada que ver con las usadas por la Inquisición española u otros gobiernos autocráticos del siglo XX, sino que el único elemento en común era el uso de agua.

El director de la CIA, Michael Hayden, reconoció hace días que miembros de ese organismo emplearon el "submarino" hace casi cinco años durante interrogatorios a Khalid Sheikh Mohammed, Abu Zubaydah y Abd Al-Rahim al-Nashiri.

La revelación llega pocos días después de que el presidente, George W. Bush, anunciara que vetará la ley aprobada por el Congreso para abolir cualquier tipo de torturas a los prisioneros.

Bush argumentó que no se trataba de torturas sino de "métodos de interrogación" a "peligrosos terroristas" que ponen en juego la seguridad de Estados Unidos y que los mismos continuarían utilizándose.

Este lunes, al conocerse la revelación, el ex funcionario de la Oficina de Consejo Legal, Martin Lederman, criticó las declaraciones de Bradbury por considerar absurdo que rechace calificar de tortura ni de sufrimiento severo estos métodos.