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19 de abril de 2024
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Testigo clave de la salvajada de Dolores
Un joven que estaba al lado de la barrera de Dolores se salvó de milagro y contó todo. "Yo vi cómo el micro siguió derecho y pasó sin frenar", reveló. El testimonio
11 de marzo de 2008
Daniel Sotelo tiene 16 años y se salvó de milagro la madrugada del domingo, cuando él esperaba arriba de su ciclomotor a que se levantara la barrera para volver a su casa, hasta que lo demás, lo conocido, sucedió de golpe: el sonido gordo del tren y su bocina de un lado, el micro atravesando las vías a toda velocidad enfrente suyo y el desastre final, lo que aquí en Dolores llaman "la explosión" del impacto.

Daniel es el testigo clave de la tragedia de Dolores.

"El colectivo me pasó por encima. No sé cómo hice, pero salí de adentro, de entre los fierros", explica con la mirada perdida en una de las tantas reproducciones de Molina Campos que decoran su casa humilde, a algunas cuadras del lugar del accidente.

Daniel habló con varios diarios y confirma lo que todos los testigos declararon: que el chofer Javier Rodríguez atravesó las vías con las barreras bajas.

También descartó que, como algunos comentaron, se haya detenido sobre las vías. "Las luces y la señal sonora funcionaban. Yo ví cómo el micro siguió derecho y pasó sin frenar. Y enseguida vino el tren", cuenta el adolescente, que trabaja en un taller mecánico.

"Yo no estaba sobre la ruta. Iba a cruzar con la moto por donde lo hacen los peatones y estaba agarrado de los hierros protectores. Pero se ve que con el impacto también desaparecieron", supone sorprendido. "El tren venía más rápido que de costumbre. Cuando le pegó al micro, se partió en dos. La trompa quedó sobre la ruta y el otro pedazo me pasó por encima. Yo estaba sobre la moto, pero no sé a dónde fue a parar. A mí no me movió: un fierro me pegó en el hombro y lo que recuerdo son los gritos y ver gente viva, asomando los brazos por entre los pedazos del micro y gritando. Y también muertos por todos lados".

La docilidad de Daniel se volatiliza cuando habla de los conductores del micro. "Para mí, ellos tienen la culpa. Tendrían que haber frenado. Mirá qué rápido venían que el tren descarriló. El golpe fue muy fuerte", sentencia mientras señala a la locomotora, todavía incrustada en el zanjón.

Mientras Daniel repasa el momento más increíble de su vida, su papá lo escucha. Dormía cuando todo ocurrió y su hijo lo despertó al llegar. "Le di un abrazo fuerte y le conté todo lo que había pasado", dice Daniel. "No se entiende cómo se salvó", duda Luis. Y es lo que todos piensan aquí. Incluso Daniel, que sonríe con una mueca liviana y, tras un silencio corto, susurra: "Que me caiga una cosa de esas encima y salir caminando es de no creer. Siento que empiezo otra vida".