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26 de abril de 2024
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Guinzburg, “fortinero” de alma
Jorge fue un fanático hincha de Vélez. Vivió de cerca el ciclo de Bianchi como entrenador. Y estuvo en Japón como un hincha más cuando “El Fortín” fue el mejor del mundo
12 de marzo de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco

Estoico, durante muchos años Jorge Guinzburg soportó con esa tenacidad de los buenos hinchas la falta de éxitos en el club de sus amores. Sin embargo, a la hora de la gloria en la década del noventa, el humorista se transformó en la cara de la “felicidad eterna” de los fanáticos del club Vélez Sarsfield.

Siempre contó ante sus amigos que vivió muy de cerca del primer título logrado por Vélez en el torneo Nacional de 1968, cuando comenzaba a transitar sus caminos en el periodismo y contaba apenas 18 años.

Veinticinco años después, la vida, ya con la fama de su profesión a cuestas, le daría unos regalos inolvidables que el “petiso” supo aprovecharlos muy bien.

Acompañó muy de cerca el proceso de su amigo, Carlos Bianchi, y festejó el título logrado en el Torneo Clausura 1993, y entusiasmado por aquel equipo que contaba con José Luis Chilavert, Roberto Trotta, Omar Asad, José Basualdo y José “Turu” Flores, entre otros, siguió paso a paso el crecimiento del club de Liniers en la Copa Libertadores de América de 1994.

En la final, jugada en el estadio Morumbí, en agosto de ese año, Guinzburg no podría faltar y fue uno de los primeros en llegar al vestuario para besar el trofeo continental, que minutos antes sus ídolos habían ganado ante el San Pablo.

Cuatro meses después, envuelto en una bandera azul y blanca participó del vuelo que llevó a Tokio a los campeones de América con el sueño de transformarse en los mejores del mundo.

Gritó hasta la disfonía los goles del “turco” Asad y de Flores, y regresó esta vez beodo de gloria de las tierras milenarias de oriente.

“Todo lo que venga ahora es regalo”, dijo alguna vez Guinzburg que supo de magras cosechas futbolística, sin embargo, festejo también el bicampeonato de 1995/1996, la Supercopa 1997, el Torneo Clausura 1998 que ganó el entrenador Marcelo Bielsa y el último título logrado en el Torneo Clausura 2005.

En la medida que su trabajo se lo permitiera, y a veces, a pesar de él, intentaba siempre asistir al estadio José Amalfitani en Liniers, siempre en la platea principal donde se ubicaba con sus dos hijos, herederos naturales de una pasión por la “ve” azulada.

Alguna vez le preguntaron en un diario deportivo porque era hincha de Vélez y Guinzburg se floreó con la respuesta: “Cuando un pibe se hace hincha de un equipo grande, ganar un campeonato es previsible. Es como si Tom Cruise se levanta a Michelle Pfeiffer. Pero si se la gana el mecánico de la vuelta, no es lógico. En cada título sentí que me había levantado a la Pfeiffer”.