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28 de marzo de 2024
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En una semana clave, rechazan bajar las retenciones
En el marco del viaje a Paris que realiza Cristina Kirchner, el Gobierno ya adelantó que estudia más medidas compensatorias, pero sin cambiar el polémico impuesto
7 de abril de 2008
En una semana en donde habrá más de una deficinión, y en lo más alto del poder político comenzó a analizarse la necesidad de ofrecer al sector rural medidas para neutralizar los reclamos, pero que por ninguna circunstancia contemplan la reducción de las retenciones a las exportaciones de soja.

"Si llegamos a esta circunstancia es porque, tal vez, ha habido errores en la comunicación de las medidas", reconoció ayer al diario La Nación desde París, donde hoy Cristina Kirchner se reúne con el mandatario francés Nicolas Sarkozy, un funcionario del círculo más íntimo de la Presidenta.

Sin embargo, ratificó que no habrá marcha atrás con el incremento de las retenciones, principal disparador de la mayor protesta en décadas del sector rural contra la política oficial para el sector.

Tan pronto como el avión comenzó a volar hacia París, Cristina Kirchner les pidió a los integrantes de la comitiva que evaluaran los caminos posibles para sortear este conflicto, aún latente, que se ha convertido en el problema más urgente por resolver para la administración kirchnerista. Anoche esta cuestión fue uno de los platos fuertes de la cena que la mandataria ofreció a su comitiva.

Más allá de insistir en que detrás de los reclamos del campo hay un fuerte componente político que persigue la desestabilización del Gobierno -que algunos dirigentes de la oposición potencian al montarse en la protesta-, en la comitiva oficial se reconoce que hay que buscar variables al conflicto, porque no se puede vivir en estado de crispación.

"No es bueno para la sociedad y tampoco para el Gobierno", insistían en el atardecer parisiense en el exclusivo hotel Le Meurice, frente al Jardín de las Tullerías, mientras una incesante lluvia helada no lograba arruinar la belleza y el glamour de la ciudad.

En cercanías de Cristina Kirchner consideran inadmisibles los cacerolazos que surgieron tras el discurso presidencial del martes 25 de marzo, que fueron repelidos por organizaciones piqueteros lideradas por Luis D Elía y Emilio Pérsico. "Esto no es Chile; aquí, con los cacerolazos se volteó un gobierno", repetían ayer, en relación con las protestas que marcaron el fin de la presidencia de Fernando de la Rúa, en diciembre de 2001.

"Hay que calmar esta situación", fue una de las frases escuchadas de boca de uno de los funcionarios de mayor predicamento en el gabinete. Como ha ocurrido hasta ahora desde que explotó el conflicto, la voz cantante del Gobierno en las negociaciones con los dirigentes de las cuatro entidades ruralistas (Federación Agraria, Confederaciones Rurales, Coninagro y Sociedad Rural) la llevará Alberto Fernández, pieza central del engranaje kirchnerista.

La sensación reinante en el Gobierno es que a los dirigentes nacionales se les ha escapado el conflicto de las manos y que las asambleas autoconvocadas, como la de anteayer en Azul, en el centro de la provincia de Buenos Aires, les marca el ritmo y los obliga a asumir posiciones más duras.