Firmó la Presidente argentina, en su visita al Ecuador, el aporte crediticio por u$s 480 millones para que se construya el mayor proyecto hidroeléctrico de ese país.

Atenta y solidaria Cristina de Kirchner con las carencias energéticas de los ecuatorianos, casi más celosa de lo que falta en la Argentina, incluyendo en la operación a la estatal ENARSA (que, de hidroelectricidad poco y nada sabe). Tal vez reemplacen ese desconocimiento y falta de experiencia otras compañías locales, privadas, como las de Pescarmona y Cartellone. Satisface entonces en el exterior, la mandataria, lo que busca y no encuentra para su país (financiamiento, energía).

Política que cuesta entender al más avisado, aunque tal vez se enlace con otras operaciones más sofisticadas: ya se abrieron los sobres con las ofertas para dos represas en Santa Cruz -decide el gobierno en forma discrecional-, se aumentó la inversión de 900 a 2.700 millones de dólares y de los interesados privados sólo han quedado dos para el negocio: los consorcios de Electroingeniería (un clásico para cualquier licitación del gobierno) y el que integran también Cartellone, Pescarmona, América y la brasileña Camargo Correa.