Por José Calero

El "golden boy" Martín Redrado, otro de los jóvenes brillantes que lanzó al ruedo Carlos Menem en los 90, podría alcanzar su máxima aspiración en las próximas semanas.

En la city porteña circula con fuerza la versión de que el actual titular del BCRA podría ocupar el Ministerio de Economía como parte del "relanzamiento" que el kirchnerismo prepara para el alicaído gobierno de Cristina Kirchner, y que incluiría un gran acto en Plaza de Mayo el 25/5, a dos años del Bicentenario.

A esta altura, todo indica que la presidenta se equivocó en la elección de un gabinete de transición, porque los agentes económicos interpretaron la jugada como una continuidad del gobierno de Néstor Kirchner, y no como una nueva administración, lo cual le restó volumen político.

Tampoco la ayudan las versiones cada vez más fuertes de que Néstor ocupará la Jefatura de Gabinete, un cargo que ejerce actualmente en las sombras desde sus cada vez más concurridas oficinas de Puerto Madero.

A Martín Lousteau algunos centros de poder económico lo dan casi por ido del gobierno luego del desaguisado cometido con las retenciones móviles, que pusieron en pie de guerra al sector que más contribuye al superávit fiscal: el campo.

Este conflicto también restó volumen político al jefe de Gabinete, Alberto Fernández.

El principal problema que afrontaría Redrado para desembarcar en Economía es que pretende dejar a hombres de su confianza manejando el día a día del Central, como es el caso de Carlos Pérez, compañero de ruta en la Fundación Capital, promovido a director de la autoridad monetaria.

A Néstor Kirchner, al fin de cuentas un hombre desconfiado, le disgustaría que Redrado mantuviera control sobre Economía y el BCRA, porque lo considera demasiado poder para un solo funcionarios.

La llegada de Redrado al Palacio de Hacienda implicaría también la salida de Guillermo Moreno de la órbita económica, porque está comprobado que su presencia es un obstáculo para cualquier ministro del área.

No es casualidad que sea Redrado el hombre que maneja la política de "metas de inflación", la misma que vienen pregonando los economistas que dan sustento ideológico al kirchnerismo, como Eduardo Curia, Héctor Valle y Eduardo Conesa.

Las primeras medidas de Redrado deberían apuntar a descomprimir las expectativas inflacionarias.

Recién en un segundo paso se buscaría mejorar la competitividad a través de minidevaluaciones programadas.

En el caso de Mario Blejer, fue una señal para los mercados que haya pedido licencia a su cargo de director del Banco de Inglaterra, y que se lo vea cada vez más seguido por la Argentina.

Algunas fuentes aseguran haberlo visto más de una vez en la residencia de Olivos, donde se habría reunido con los Kirchner para aportar su "visión" sobre la marcha de la economía.