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26 de abril de 2024
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Confesó el hombre que mantuvo a su hija cautiva por 24 años
El acusado, de 73 años, reconoció que encerró en el sótano a la joven y abusó sexualmente de ella. Además, admitió ser el padre de los siete hijos. Los macabros detalles
28 de abril de 2008
La realidad siempre supera a la ficción. Si no lo cree, lo comprobará después de leer la historia de Josef Fritzl, quien admitió este lunes ante la justicia austríaca que mantuvo cautiva a su hija durante 24 años, en la ciudad de Amstetten.

Pero eso no es todo. El hombre, de 73 años, también reconoció que en ese tiempo la violó sistemáticamente y que, fruto de esos abusos, nacieron siete niños.

"Ha hecho una confesión exhaustiva", aseguró el responsable de la Fiscalía de estado de Baja Austria, Peter Ficenc, según publicó el diario Clarín. En tanto, el portavoz de esa entidad detalló que Fritzl "reconoció ser el padre de los siete hijos de la mujer, uno de ellos fallecido cuando era pequeño".

El caso, que conmociona al pueblo de Amstetten, salió a la luz el sábado por la tarde, cuando la policía austríaca halló a Elisabeth Fritzl, de 42 años. La mujer estaba desaparecida desde el 28 de agosto de 1984.

Ese día, relató la mujer a la policía, su vida se transformó en un infierno: su padre la drogó y la encerró bajo llave en el sótano de su propia casa.

Durante los 24 años que siguieron, el hombre abusó de ella sistemáticamente.

Producto de estos abusos, la mujer dio a luz a siete hijos, uno de los cuales murió pocos días después de su nacimiento. Los hijos son tres niños y tres niñas, de edades que van de los cinco a los 20 años.

Elisabeth había sido dada por desaparecida y hasta se creía que había enviado una carta a sus padres pidiéndoles que no la buscaran. Las autoridades dedujeron que había acabado en manos de alguna secta.

Otro de los detalles escabrosos del caso es que Josef había adoptado a tres de los hijos, dos niños y una niña. Le había hecho creer a su esposa Rosemarie –madre de Elisabeth- que habían sido abandonados en la puerta de su casa.

Los chicos siguieron una escolaridad normal y vivían en la casa de sus abuelos Josef y Rosemarie. Mientras tanto, su madre permanecía recluida en el sótano junto a sus otros tres hijos, una joven de 19 años, un joven de 18 y un nene de 5. Josef se encargaba de alimentarlos mientras que su esposa ignoraba su presencia.

El caso salió a la luz a raíz de la hospitalización a mediados de abril de una joven de 19 años llamada Kerstin, que se encontraba en estado muy grave. Para diagnosticar la enfermedad que padece Kerstin, hija y nieta del secuestrador, los médicos intentaron -en vano- ponerse en contacto con la madre, Elisabeth Fritzl.

Como consecuencia de esta búsqueda, el secuestro fue descubierto el sábado por la noche, cuando el padre liberó a los cuatro antes de ser detenido.