Como un cuento de hadas, Lalola quedó hechizada - Asteriscos.Tv
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24 de abril de 2024
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Como un cuento de hadas, Lalola quedó hechizada
Terminó Lalola, y Lalo eligió ser mujer. El detalle a rescatar: la confesión homosexual de su personaje y el mea culpa por sus antiguas actitudes machistas
30 de abril de 2008
Como en los mejores cuentos de hadas, esta historia también tuvo un final feliz... y lalola, ayer eligió, finalmente, ser mujer de por vida.

Claro que en el medio su mapa afectivo le jugó una buena pasada. Y, entonces, frente a la oportunidad que le daba un nuevo eclipse —el mismo fenómeno astronómico que hubo la noche en que un hechizo había transformado a Lalo en Lola—, ella, en la última pincelada de luna llena que quedaba sobre el cielo de Lalola (América), decidió dar por tierra con sus viejos prejuicios machistas y cambiar su destino, para hacerse cargo de esa entrañable criatura que Carla Peterson supo moldear, sin necesidad alguna de pintarla de rosa.

Así, en el final de la tira (producida por Dori Media sobre una idea de Sebastián Ortega), con la romántica melodía de The Story —la misma que sonó cuando los protagonistas hicieron el amor por primera vez—, Lola eternizó el hechizo que una amante despechada le había dedicado. Y antes de que desapareciera el eclipse lunar, tuvo la chance de reparar(se): a poco de haber dejado plantado a Facundo (Luciano Castro) en el altar, ayer —vaya uno a saber cómo— ella apareció en el barco en el que él navegaba hacia Uruguay, atravesado por la desilusión.

Una mirada compartida al cielo, un par de te amo y un mágico cambio de vestuario en lo que dura un beso —de golpe quedó enfundada en corto vestido de novia— alcanzaron para sellar el amor después de 150 capítulos y de una seguidilla de vaivenes entre el ser y no ser de la heroína de esta comedia.

El episodio final también cerró el resto de las historias: Natalia (Agustina Lecouna) y Gastón (Rafael Ferro), representantes del mal exagerado, tomaron los hilos de High Five (la editorial que funcionaba como escenario narrativo) y echaron a los empleados. Dolidos, ellos (Violeta Urtizberea, Lola Berthet, Diana Lamas, Víctor Malagrino y Tomás de Las Heras) lograron sacar en una sola noche una edición de Donnas, suerte de competencia de la revista Don en la que trabajaba la mayoría. El ex presidente de la empresa, Aguirre (Luis Ziembrowski), y Grace (Muriel Santa Ana), la mejor amiga de Lola y narradora en off del programa, se fueron juntos a recorrer el mundo en casa rodante.

Fiel a su sello de origen, la comedia tuvo también en el final el condimento rupturista y de absurdo que no requiere verosimilitud. No al menos como norma rigurosa. Sólo que ese matiz, utilizado al principio como buen recurso, tenía un sabor exquisito que en el último tramo se había convertido en tendencia abrumadora, ya sin la gracia ni la sorpresa del caso. Y entonces, por momentos, todos parecían Aguirre: el personaje de Ziembrowski, en una gran composición, era el impredecible del grupo, era la cuota de teatro experimental puesta al servicio de la TV... pero cuando los personajes de la editorial (menos Lola y Facundo) se subieron a ese carril, la tira comenzó a perder intensidad y ellos se fueron desperfilando en busca de ese "cuadro de gloria".

Bien lejos de eso, Lola no sólo no se perdió en ese bosque, sino que con el tiempo se enriqueció sin caerse de esa delgada cornisa por la que caminaba con contundencia masculina sobre tacones lejanos. En su primer protagónico, Carla Peterson desplegó sus afiladas herramientas para diseñar —y sostener, verbo delicado en la pantalla chica— una criatura que ya echó raíces en la historia de los personajes de la TV.

En su lucimiento también fueron claves los duelos actorales que construyó con Muriel Santa Ana, esa amiga incondicional que uno querría tener. Y la química que logró con Luciano Castro. Esa química que llevó a Lola a olvidarse de la fórmula del machismo y a sacarle al despecho el mejor provecho.