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20 de abril de 2024
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Estreno de la semana: un superhéroe con pasado
"Iron Man", protagonizada por el genial Robert Downey Jr, muestra a un héroe creíble que pasa de los excesos de las mujeres, el alcohol y las armas, al humanitarismo
30 de abril de 2008
Lo primero que se le agradece a “Iron Man” es la enésima vuelta del inclasificable Robert Downey Jr., el actor menos pensado para encabezar un elenco en una película sobre superhéroes de cómics. Downey Jr., siempre tan alejado de los “modelos” de Hollywood, con sus adicciones a las drogas y sus escándalos nocturnos, cada tanto aparece en la pantalla para dejar enterradas todas las maledicencias y volver a apuntarse en la carrera por entrar al Olimpo de los grandes actores del cine de Estados Unidos.

Más allá de los efectos visuales, que están previsiblemente a la altura de las circunstancias, el otro punto que debe valorarse en “Iron Man” es una trama que no es enteramente previsible, ni es totalmente zonza. En fin, una trama, sin grandes hallazgos, pero sólida, con personajes contradictorios y con destellos que dejan ver las dificultades que existen para entender el mundo.

¿Qué sucede en “Iron Man”? Downey Jr. interpreta a Tony Stark, un brillante inventor y un magnate que ha basado su fortuna en la venta de armamento bélico de última tecnología. La vida de Stark oscila entre la genialidad y los excesos (por eso le calza tan bien a Downey Jr.). La natural transgresión y desbocada conducta de Stark tiene dos guardianes. Por un lado, su secretaria, la única recatada de todas las mujeres que lo rodean, interpretada nada menos que por Gwyneth Paltrow. Por otra parte, su socio, el hombre que mantiene las cosas en su cauce, con el rostro del siempre cumplidor Jeff Bridges.

Pero ni Paltrow, ni Bridges, ni Dios mismo pueden evitar que Stark se meta en su jet privado, donde tres azafatas bailan para él en torno de un caño. Que malgaste su fortuna en automóviles u obras de arte que ni siquiera se toma la molestia de mirar. Que las chicas de tapa de las revistas para hombres pasen mensualmente por su alcoba. Que llegue a sus citas empresariales con tres horas de retraso o que, directamente, ni siquiera llegue porque se queda jugando a los dados en el casino.

Por supuesto, llega un punto en que Stark cambia (pero afortunadamente no por completo). El hombre viaja a Afganistán para presentar un misil de última generación para que los estadounidenses combatan a los talibanes en las montañas. Allí, es tomado prisionero. En una cueva, rodeado de fundamentalistas islámicos, comienza la mutación: Robert Stark empieza a ser Iron Man. Del magnate belicista nace el superhéroe humanitario. El relato de esa transformación es esta película. Una buena película.

Y eso que hacer películas sobre superhéroes no es fácil. Que nadie se engañe. Ahí están, a la vista, la infinidad de intentos que Hollywood viene lanzando como puñetazos de boxeador borracho por lograr algún filme digno basado en las historietas de DC Comics o de Marvel. La mayoría de los proyectos centrados en superhéroes naufraga en la intrascendencia. El nuevo “Superman”, los dos capítulos de “Los cuatro fantásticos”, el irremontable “Flash”, los más modernos “Daredevil” y “Electra”, y tantos otros son prueba de que es más fácil equivocarse que acertar.

Unos pocos se salen con la suya. Lo logró Tim Burton cuando tomó al oscuro “Batman” y nos entregó los dos primeros capítulos de una saga que luego se desdibujó en la tercera y cuarta entrega, hasta que llegó a las manos de Christopher Nolan en “Batman inicia”. También hizo algo de méritos Sam Raimi con sus tres “El hombre araña” y lo redescubrió como un acomplejado héroe cuasi adolescente. Y quizás haya que anotarle algunos “porotos” a Ang Lee y su torturado “Hulk”.

La cima de este género, seguramente, la hayan alcanzado los “X-Men” en sus tres versiones (las dos primeras de Bryan Singer, la última de Brett Ratner). Pero, claro, la historia que cuentan los “X-Men” es tan rica en matices, tan vigente, tan compleja, que resistirían casi cualquier cataclismo.

Todo esto nos devuelve, finalmente, hasta “Iron Man”. Y, contra todos los pronósticos, agoreros, el filme de Jon Favreau aprueba el examen con una nota más que aceptable.