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25 de abril de 2024
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Aquelarre: en los tiempos de los brujos y las sombras
La banda liderada por Emilio del Guercio y Rodolfo García marcó a fuego la segunda parte de los 70. Con letras que rompieron, con metáforas, la mordaza de la censura
10 de mayo de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco

Luego de la explosión musical que significó Almendra, la disolución de la banda de Belgrano generó tres expresiones genuinas del rock de los setenta: Luis Alberto Spinetta en Pescado Rabioso, Edelmiro Molinari con Color Humano y Emilio Del Ghercio y Rodolfo García con Aquelarre.

La cita de los “ brujos del rock” tenía dos integrantes más que daban un nivel de virtuosismo eléctrico a la banda que tenía en Del Guecio y García una sólida base. Se trataba del guitarrista Héctor Starc y le tecladista Hugo González Neira.

El viaje musical que comenzó a fines de 1971 terminó en su mejor momento hace 30 años, cuando en 1978, luego de una actuación en Montevideo decidieron separarse, ya sin la presencia de Neira que vivía en España.

Atrás quedaron cuatro emblemáticos discos y una serie de conciertos en el Luna Park y el teatro Coliseo a fines de 1977 que lo consagró como la banda más convocante de su época.

En medio hubo en 1976 un viaje a Madrid y Barcelona para dar unos conciertos y que terminaron alejándolos de la Argentina por casi un año y extendieron la vida de la banda que ya tenía una profunda crisis de egos en esos tiempos.

Según confesaron después, el viaje a España les permitió recuperar la esencia de la banda, al tener que ir sin “plomos” ni asistentes y volver a ser artistas y “cargadores de equipos” trabajando en total unión.

La banda tuvo su debut en 1972, en un teatro de Flores donde esa noche tocaron junto a Spinetta como solista y Molinari con una banda soporte, aunque previamente había tenido un fugaz paso por el B.A.Rock que se hizo en el Velódromo Municipal.

El grupo gustó de entrada y fue aceptado por la energía de su sonido y las letras comprometidas de sus integrantes en años que comenzaron a ponerse plomizos a nivel institucional con la llegada de Juan Perón, su muerte, y el ascenso de la Dictadura Militar.

En 1972 editaron sus dos primeros discos, “Aquelarre” y “Candiles” –son solo seis meses de diferencia-- y al año siguiente, “Brumas”, pero sin embargo fue “Siesta” de 1975 el que terminó por consagrarlos definitivamente.

A su regreso de España, los esperó un público ávido de su música en vivo, más aún por la difusión de “boca en boca” y de altillos y piezas traseras donde se escondían los jóvenes para escuchar rock y vivir momentos de libertad en los años de plomo.

En España grabaron un simple y estuvieron a punto de editar un disco, pero según narró Del Guercio a Asteriscos.Tv “no lo hicimos porque el arreglo con el productor era leonino”.

Regresaron tres, González Neira se quedó en Barcelona y para los conciertos de la última etapa subió al escenario el mítico Carlos Cutaia, ya alejado de “La Máquina de Hacer Pájaros”, la banda que integró junto a Charly García.

Llenaron dos Luna Park y fueron sin dudas la mejor banda de 1976 a 1978 cuando decidieron ya abandonar el proyecto mientras el inquieto Starc presentaba “Tantor”, otra poderosa banda de rock de esos años.

De ese catalogo de música quedaron para sus seguidores obras cumbres como Canto, Miren a este imbécil, Aves rapaces, Ceremonias para disolver, Canto cetrino, Silencio marginal, Pájaro de la locura, Hermana vereda, Violencia en el parque y, Cruzando la calle.

En 1998 volvieron a juntarse, no por una cuestión de recuerdos solamente, sino por la necesidad de demostrar la vigencia como banda y realizaron una serie de atractivos conciertos en el Teatro Maipú donde registraron un disco en vivo: “Corazones del lado del fuego”.

Hace pocos días Asteriscos.Tv se encontró con Del Guercio y García quienes confirmaron que a tres décadas de la separación se lanzaran una reedición de toda su discografía –que hace años esta fuera de catalogo—y que se tendrá los cinco discos grabados en su historia más un CD de tomas perdidas de estudio, además de un libro con fotos de la banda.

Aquelarre supo convocar a los embrujos del rock y trazar una línea muy importante que marcó a fuego la historia del rock argentino.