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Nada cambió demasiado: la lucha continúa
Por Joaquín Morales Solá para LA NACION
10 de junio de 2008
La Presidenta pidió perdón ayer. Raro gesto en una mujer que no pocos argentinos perciben frecuentar con asiduidad la arrogancia y la soberbia. Es muy probable que ese pedido de perdón (por una palabra o un gesto que pudieron haber ofendido, dijo) haya surgido de la lectura de las encuestas.

Ante el único dogma que acatan los políticos, las mediciones de opinión pública, Cristina Kirchner intentó poner humildad donde había orgullo y altivez.

Bien. Pero, ¿cómo seguirán los actos que deben suceder a las palabras? ¿La política perdurará como un coto personal de unos pocos que la deciden, la cambian o la conservan? ¿El Congreso seguirá siendo una institución estéril y yerma, donde el oficialismo sólo acata y la oposición está condenada a la impotencia por el sólo hecho de no tener números suficientes? ¿Las entidades sociales continuarán enterándose de las decisiones oficiales por la lectura de los diarios, como sucedió con el aumento de las retenciones de la soja que provocó el largo conflicto con el campo?

La Presidenta ratificó ayer que no hay crisis y que las retenciones no cambiarán más allá de los retoques que ya se le hicieron a la inicial resolución de Martín Lousteau. El espectacular anuncio (espectacular por la escenografía y los invitados) sobre la distribución de los 1300 millones de dólares adicionales, que cosechará el Estado como consecuencia de la resolución, es fundamentalmente una colina más en el combate por conquistar la opinión pública.

Esos dineros se distribuirán en salud, vivienda y caminos, dijo, pero mediante un sistema que no fue precisado. Les mandó, de paso, un mensaje de participación a gobernadores e intendentes, seguramente para mantenerlos en el redil, porque muchos de ellos están -aunque no lo digan- más cerca de los planteos agropecuarios que de las posiciones del Gobierno.

Los dirigentes rurales, a su vez, depositaron en el Gobierno la iniciativa sobre la marcha del conflicto cuando el domingo levantaron el paro. Ellos también hicieron, así, un gesto de aproximación con vastos sectores sociales, a los que podían perder si se profundizaba el desabastecimiento.

En el estado actual de la política parece importar muy poco la solución del problema; lo que importa, en última instancia, es el lugar que cada uno ocupará ante la opinión pública. De hecho, Cristina Kirchner reconoció ayer, como su único error en los tres meses largos del conflicto, que su administración no supo comunicar bien las razones del enfrentamiento con el sector rural. Pero hizo una convocatoria al diálogo muy general como para que los ruralistas acusaran recibo de ella. Tendió la mano con el brazo demasiado corto.

El combate continúa, por lo tanto. Quizá la expresión más gráfica de la distancia entre los actores principales de la homérica discordia fueron dos fotos contemporáneas. La Presidenta, por un lado, rodeada de un millar de invitados especiales, que tienen poco y nada que ver con el conflicto que aflige a la sociedad.