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9 de julio de 1816: el veloz nacimiento de una Nación
En pocas horas, el Congreso de Tucumán decidió declarar la Independencia. La presión de San Martín y de Güemes. La visita secreta de Belgrano y El Rey Inca
8 de julio de 2008
Por Roberto Aguirre Blanco

"¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia!”, reclamó con énfasis una carta que el entonces gobernador de Mendoza, José de San Martín, envió al diputado cuyano Antonio Godoy Cruz, y esa misiva, junto a los rápidos cambios en Europa, hicieron que en menos de una semana los representantes de las Provincias Unidas declaran la Independencia de este territorio.

No había tiempo que perder. En el viejo continente, la derrota de Napoleón Bonaparte desató el regreso de las monarquías absolutistas con sed de venganza y en especial en España, donde Fernando VII se convirtió en tirano con la idea de recuperar las colonias americanas "a sangre y fuego”.

Como castillo de naipes fueron cayendo los focos de rebelión de México, Venezuela, Perú y Chile, y sólo restaban las “anárquicas” tierras del Río de la Plata, que como una pinza era encerrada para que los realistas pudieran nuevamente deglutírselas.

La Asamblea de año XIII había sido la primera idea de buscar una independencia para estas tierras americanas, pero los diferentes cambios en el Directorio y la tendencia de buscar una alianza estratégica con Gran Bretaña, una bandera levantada fundamentalmente por Carlos María de Alvear y Bernardino Rivadavia, demoró tal decisión.

El único problema que se planteaba era el tipo de alianza con el Reino Unido, si bien Manuel Belgrano y San Martín en un principio no rechazan de plano esta idea, las pretensiones casi entreguistas de Alvear rogando “ser parte de las colonias británicas”, lo enfrentó al Libertador.

En una Buenos Aires con constantes cambios políticos, inevitablemente el golpe se avecinó. Primero fue la ruptura de la Logia Lautaro que la integraba tanto Alvear como San Martín ,y luego la separación del apellido ilustre de la titularidad del Directorio.

Así primero llegó Juan Ignacio Alvarez Thomas y luego, tras Antonio Balcarce, Juan Martín de Pueyrredón, hombre de confianza de San Martín, en cambios casi de semana a semana en el año 1816.

El 24 de marzo de ese año –fecha emblemática para este país, exactamente 160 años antes del último golpe militar del Siglo XX—bajo el mandato de Alvarez Thomas se inauguró en Tucumán el Congreso Constituyente que iniciaría el debate por la Independencia.

De carácter nacional, se reunieron representantes de Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja, San Luis, Catamarca, Mendoza ,Santiago del Estero, San Juan, Buenos Aires ,Córdoba, Charcas, Cochabamba, Tupiza y Mizqú, y estuvieron ausentes los diputados del Litoral y la Banda Oriental, que no aceptaron el convite.

Todos comprendieron la necesidad de dejar de lado los conflictos internos y aunar esfuerzos para alcanzar los objetivos principales: dictar una “Constitución” y proclamar la “Independencia”.

Sin embargo antes del debate más esperado se eleaboró por mas de dos meses la idea de forma de gobierno y el sistema de país que se soñaba, hasta que recién el 3 de julio el tema de la Independencia estuvo en la mesa.

El 6 de julio, fue recibido en secreto Manuel Belgrano, quien dio un informe concreto de la realidad: allí quedó claro que solo se dependía de “las propias fuerzas” para alcanzar la libertad y que las ideas monárquicas ganaban el mundo nuevamente.

En ese contexto, según contó en el libro "Historia Argentina" José María Rosa, Belgrano sugería un estilo británico con fuerte presencia parlamentaria pero coronando un Rey Inca, viejo anhelo del creador de la bandera, además de anunciar que España estaba al acecho para recuperar estas tierras y que el reino portugués no era un peligro para la revolución.

Estas palabras aceleraron los tiempos, tres días después, bajo la presidencia del puntano Narciso Laprida, se juró la Independencia en la mítica Casa de Tucumán, de la cual en la actualidad sólo queda parte de su salón principal de la estructura original. El resto fue destruido sin explicaciones.

“...Libres de los reyes de España y su metrópoli",” rezó esa acta magna que también se perdió en el tiempo, mientras el debate continuó varias semanas más para encontrar una forma de gobierno que nunca se decidió allí entre la monarquía del Rey Inca y una forma republicana, ninguna de las dos ideas quedó plasmada en la Constitución centralista de 1819 que desató la guerra civil con el interior al año siguiente

Nacía así otro país y se cerraba la gloria de la década de la Revolución, que con el instrumento de la Independencia le permitió a San Martín, Güemes, Belgrano y otros hacer frente a los enemigos de la nueva Nación.