El pasado no autorizado de Moreno: Menem hasta los K - Asteriscos.Tv
Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
26 de abril de 2024
Seguinos en
El pasado no autorizado de Moreno: Menem hasta los K
El secretario de Comercio, el temible Guillermito, enarboló también la bandera menemista de la argentina de pizza con champagne. Crónica de un funcionario de turno
21 de julio de 2008
Uno es esclavo de sus palabras y dueño de sus silencios, dice el refrán que hoy podría caberle como anillo al dedo al actual funcionario ultrakirchnerista, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno.

¿Advine qué estaba haciendo el temible Moreno durante la época menemista? Trabajaba en el primer gobierno de Carlos Menem, tan descalificada en tiempos kirchneristas, y, elogiaba al riojano desde un magazine católico.

“Ha dado lugar a la elaboración de ideas y políticas nuevas e ingeniosas”, se entusiasmaba entonces, a sus 35 años, el director general de Empleo de la Ciudad de Buenos Aires, según recuerda una nota publicada este lunes por el diario Crítica de la Argentina.

Moreno fue funcionario municipal durante toda la gestión del intendente Carlos Grosso, continúa indagando en el pasado de Guillermito el diario de Lanata. Desde el 8 de julio de 1989, cuando asumió, hasta el 26 de octubre del 92, cuando rompió con el presidente Menem y una lluvia de causas judiciales por defraudaciones lo obligaron a renunciar.

Ese día Moreno también renunció al gobierno municipal y al menemismo, y se acercó a la Fundación del Banco Ciudad, bajo la gestión de Saturnino Montero Ruiz, donde obtuvo un contrato.

Antes de su ingreso a la función pública en 1989, Moreno ya atesoraba experiencia: una militancia peronista-setentista universitaria, un exilio en Brasil durante la dictadura y una licenciatura en Economía, obtenida en la universidad privada UADE. Pero al cargo de la Dirección de Empleo municipal –en el que es presentado en la revista Esquiú- accedió por voluntad de Kelly Olmos. Olmos era subsecretaria del Ministerio de Producción municipal y referente del menemista Carlos Corach en la Ciudad. Olmos fue –durante toda la gestión Grosso– el jefe político de Moreno. Corach, a su vez, además de subsecretario de la Presidencia de Menem, era el puntero político-jefe de la circunscripción 11 del peronismo metropolitano , con base en Larrea y Córdoba. Moreno –vía Kelly Olmos– era concurrente asiduo de esa unidad básica, aunque, por entonces, jugaba de “independiente” en las líneas internas capitalinas: tenía un local propio en la 17º, sobre la calle Arguibel (antes Palermo y hoy Las Cañitas).

Las anécdotas de militancia y de gestión del entonces “Napia” están en consonancia con sus modales actuales como secretario de Comercio, que superan el exabrupto y sobreactuaciones de hombría personal. En los ochenta, Moreno ya “vendía” formas de “montonero duro”, que no eran del todo entendidas por la militancia nueva que, sin el background setentista, se acercaba a pelear por la democracia. Cierta intolerancia de Moreno en un local de Intransigencia y Movilización –espacio de influencia post-montonera– de la calle Venezuela, le había valido un par de trompis en público que le redujo el ímpetu de sus posiciones políticas.

La pasó mal, pero el joven siguió andando. Abandonó Intransigencia, merodeó por una unidad básica de la calle Jujuy, la JP “Libertadores de América”, junto a Javier Mouriño (hoy operador de Daniel Scioli) hasta que, con una inflexión política más autónoma, montó su propio local de la calle Arguibel, desde donde participaba en las elecciones de circunscripción. Pero no entró al gobierno de Grosso a través de las agrupaciones políticas locales, sino por la vía menemista en la Ciudad.

La revista Esquiú, propagandista de un catolicismo ortodoxo, se interesó por Moreno por su promoción en la entrega de créditos para emprendimientos empresarios. Moreno entregaba préstamos de hasta 3 mil dólares, a devolver en 24 meses, sin intereses. Teniendo en cuenta que el país salía de la hiperinflación, poner en funcionamiento el capital era una tarea audaz. “Hay que terminar con el concepto de la utilización del Estado como seguro de desempleo. Pero esto no significa que el Estado se desentienda de la política de empleo y permanezca en una actitud pasiva de realizar diagnósticos y estadísticas sobre la situación laboral”, remarcaba el joven Moreno. Frente a la falta de crédito bancario, remarcaba el valor social del préstamo: “Los bancos aplican la política de dar dinero al que tiene dinero. Se basan sólo en una situación patrimonial y no en la rentabilidad del emprendimiento que quiera generar el solicitante”, explicaba. Pero la realidad se ocuparía de desmentirlo. La realidad o el propio gobierno al que él ofrecía su servicio. El decenio de Menem, a quien Moreno calificaba como propulsor de “ideas y políticas nuevas e ingeniosas”, fue uno de los más eficaces destructores del aparato productivo y del empleo.

A lo largo de la gestión Grosso, Moreno siguió evolucionando. Cuando el ministro de Producción Eduardo Giana marchó a la Corporación Puerto Madero, Kelly Olmos tomó su cargo y Moreno ascendió a la Subsecretaría de Producción. Hasta que Grosso debió renunciar en medio del escarnio político-judicial y Moreno, leal, se fue con él del gobierno, aunque recaló en la fundación del Banco Ciudad. Más tarde se acercaría al MTA de Hugo Moyano, a posiciones socialcristianas, y a integrar equipos económicos de Eduardo Setti y Eduardo Curia, y comenzó a militar en el “antimenemismo”, cuando iniciaba la segunda presidencia. Aunque en su pasado tuvo una trayectoria fluctuante en el peronismo, con ciertos espasmos de virilidad, la fama verdadera, la que lo hizo trascender, la ganó en los últimos años, con la destrucción del INDEC.

La gestión de Guillermo Moreno, esta vez, llegó a irritar a los propietarios de estaciones de servicio independientes, que convocaron a hacer “piquetes en las rutas” por el cierre de tres mil puntos de venta en los últimos cuatro años. “A Moreno le vamos a pegar el empujón final, la patada final para que se vaya del cargo, porque fundió al sector expendedor de combustibles”, señaló en declaraciones a DyN Manuel García, presidentee de la asociación. Y se preguntó “qué pasó con el embanderamiento de estaciones que prometió Moreno”. El apellido del secretario sonó mucho en las últimas horas. Es uno de los nombres mencionados en un recambio general de Gabinete.

Martín Lousteau reapareció el sábado a la noche en público después de un largo tiempo. Fue en el casamiento de María Jaunarena, la hija del ex ministro de Defensa de Raúl Alfonsín y de Eduardo Duhalde. El festejo fue en el Hotel Marriot Plaza, frente a la Plaza San Martín. Pero el ex ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner no estuvo solo. A la boda asistieron también dirigentes como Ricardo López Murphy, Enrique Nosiglia y Juan Manuel Casella. Elegante como siempre, el joven economista apareció justo al día siguiente de que la Presidenta firmara la partida de defunción de su principal creación: la resolución 125.