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18 de abril de 2024
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San Martín y esa sensación de tierra de nadie
En el último mes hubo seis crímenes. Se roban cuatro autos por día y hay zonas adonde a la Bonaerense le cuesta entrar. En cuatro años, surgieron 20 villas
24 de agosto de 2008
Barrios de casas ostentosas rodeados de asentamientos precarios. Maestros de colegios primarios desesperados porque no saben cómo incentivar a muchos de sus alumnos para que no salgan a robar. Más del 12 por ciento de la población bajo la línea de pobreza, repartida entre 60 villas. Un índice muy elevado de robos de autos y zonas muy calientes, donde hasta la Policía reconoce que se le hace difícil entrar. Así se vive en el partido de San Martín, donde sólo en los últimos 30 días hubo seis crímenes.

En San Martín viven alrededor de 500.000 personas, de las cuales 60.000 están bajo la línea de la pobreza. Clarín recorrió el partido y se encontró con que casi todos los vecinos consultados dijeron que necesitan más policías en las calles porque los robos son constantes y viven con miedo.

"En la zona los tiroteos son habituales. Para refugiarse de las balas los ladrones se me meten en el pasillo de mi casa. En la calle te roban a toda hora. En junio, dos nenitos de unos 10 años asaltaron a mi mujer con un cuchillo. Mi hijo, que tiene 12, no puede salir solo a la calle. Le encantaría andar en bicicleta por acá, pero es algo imposible. Por eso lo tenemos siempre encerrado. Si llamás a la Policía tarda más de 15 minutos en llegar", le contó Javier a Clarín en la puerta de su casa de Mendoza al 4200, donde vive hace 30 años.

La casa de Javier está a unos 150 metros de la villa La Rana, un lugar adonde la gran mayoría de los automovilistas que entran por error son asaltados. Los límites entre este asentamiento, que mezcla calles asfaltadas con pasillos de tierra, y las casitas de clase media de Villa Ballester son difusos; con sólo hacer un par de cuadras de más se desemboca en el corazón de la villa. Hace cuatro años, Hilda, que atendía un kiosco ubicado en Córdoba al 3400 en Ballester, le había dicho a Clarín que la habían asaltado siete veces en un año. Por eso, había enrejado todo el comercio. Hoy el lugar se mantiene exactamente igual. Lo atiende Mónica, la sobrina de Hilda, y dice que los robos nunca pararon: "Esto no cambió nada. Seguimos encerrados, tomando todas las precauciones", aseguró la mujer, indignada.

Según cuentan los vecinos, en coincidencia con la Policía, las zonas más conflictivas de San Martín son: villa 18 (ruta 8 y Maipú, en Billinghurst); Villa Corea (Charlone y Santa Cruz, en José León Suárez); villa La Tranquila (en los alrededores del cementerio de San Martín); villa La Rana; villa La Valle (Conesa y Naón, en Billinghrst); y los alrededores de la estación de trenes de Ballester.

"Tenemos que estar siempre atentos. Por ejemplo, los días de lluvia tenemos que mandar patrulleros frente a la villa 18, porque la ruta 8 se inunda y a los automovilistas que se les queda el auto los saquean enseguida. Con todos los asentamientos que hay en San Martín y en los partidos que lo rodean es imposible controlar la delincuencia", admitió a Clarín una alta fuente policial de la zona.

En San Martín trabajan 480 policías de la Bonaerense, más 350 que pertenecen la Policía Buenos Aires II. En todo el partido hay un promedio de 1 policía cada 600 habitantes. En tanto, los 300.000 habitantes de San Isidro están custodiados por 545 policías y 360 hombres de la Gendarmería que están abocados a custodiar la villa La Cava: 1 agente de seguridad cada 330 vecinos.

De acuerdo a las últimas estadísticas del Ministerio de Seguridad bonaerense, en mayo se denunciaron en San Martín 1.030 delitos, casi 34 por día (una denuncia cada 40 minutos). En julio se registraron 937, entre los que hubo 108 robos a mano armada, 130 robos a casas y comercios, 60 hurtos y 4 homicidios.

También en julio de este año se robaron 133 autos, más de cuatro por día. Según reconocieron altas fuentes de la Policía local, la mayoría fueron robados en los alrededores del centro de San Martín.

Por la ola de delitos, unos 3.000 vecinos de San Martín se movilizaron el viernes 8 de este mes y le entregaron al intendente Ricardo Ivoskus un petitorio solicitando mayor presencia policial.

Unos días después de la marcha, el intendente Ivoskus se reunió con el ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, quien prometió enviar 100 policías para reforzar la seguridad. Sin embargo, una fuente policial local le dijo a Clarín que hasta ahora sólo llegaron 35, que fueron distribuidos en tres comisarías: 2° y 9° de Ballester y 5° de Billinghurst.

"Los vecinos no ven presencia policial. Desde 2004 hasta hoy hicimos 22 reclamos a la Nación para pedir que colaboren otras fuerzas de seguridad en zonas calientes. En una ocasión nos mandaron hombres de Gendarmería, pero estuvieron unos días y se fueron. En todo el 2007 recibimos en el municipio 85 reclamos de vecinos que fueron asaltados y sólo en los primeros seis meses de este año ya llevamos 170", le aseguró a Clarín Daniel Mkanna, director de Seguridad de San Martín.

El intendente Ivoskus cree que con más policías se van a controlar mejor las calles, pero asegura que la solución es mucho más profunda. "San Martín no es una isla, hay inseguridad en toda la Provincia. También hay que trabajar para la prevención y esto incluye a la Justicia: se ven muchos casos en que los delincuentes tienen causas previas. Igual, lo fundamental sería recuperar la parte social", le dijo el intendente a Clarín.

En el partido hay 60 villas, unas 20 más que hace 4 años. Las más populosas son: La Cárcova, Hidalgo y Costa Esperanza. Las tres están ubicadas en los alrededores del Ceamse, en Billinghurst.

Stella Maris y su hija Débora trabajan en la Biblioteca Popular María Silva, un lugar que se convirtió en un espacio de contención para los chicos de los barrios pobres de los alrededores, especialmente de la villa La Rana. El local ya fue saqueado una vez y los ladrones se llevaron computadoras.

"Acá la mayoría de los chicos dejan la escuela entre los 10 y 11 años y cada vez es peor, porque se drogan desde muy chiquitos. Los maestros no encuentran forma de incentivarlos y lograr que sigan estudiando. Pero los padres no colaboran nada, y así salen a robar. En el último año dos de los chicos que hacían actividades con nosotros salieron a robar y les fue mal. A uno lo mataron y el otro está preso", cuenta Stella Maris mientras le muestra a Clarín una foto de ella con el chico asesinado.