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20 de abril de 2024
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Récord de producción en Botnia, ¿y la contaminación?
Pese a las críticas, se consolida el trabajo de la planta. En 9 meses elaboró 700.000 toneladas de pasta de celulosa. Rechazan las acusaciones de contaminación
25 de agosto de 2008
La planta de producción de celulosa que la empresa finlandesa Botnia erigió en la margen oriental del río Uruguay cumplió nueve meses de funcionamiento batiendo récords de velocidad en la producción de pasta de exportación, y sus ejecutivos desmienten día tras día las acusaciones de contaminación que esgrimen los asambleístas, del otro lado del río.

"Estamos en etapa de producción plena, con una producción de 3000 toneladas diarias. La capacidad total anual es de un millón de toneladas, de las cuales ya se han enviado 700.000 en nueve meses", explicó a LA NACION Matías Martínez, responsable de producción de Botnia, en la puerta de entrada de la imponente planta.

Martínez, un uruguayo que llegó a Fray Bentos hace seis meses, explica el proceso: los árboles de eucaliptos son lavados y reducidos a chips; se separa la lignina de la celulosa, que es el material que se lava, se seca y se transforma en planchas cortadas en fardos de 250 kilos cada uno. Son el producto terminado que, por medio de camiones, llegan hasta las embarcaciones ubicadas, y desde allí parten hacia Nueva Palmira para su final destino europeo.

Martínez conoce las críticas que se hacen del otro lado del río, pero tiene una respuesta a mano para cada cuestión. "El conflicto y el corte no nos afectan. No sólo ha aumentado la calidad ambiental, sino la de la pulpa. Nuestra respuesta está acá, en el trabajo diario", dice con orgullo, entrevistado por LA NACION.

Florencia Herrera, gerente de comunicaciones de Botnia, agrega: "La evaluación, a nueve meses de comenzado el proceso, es muy satisfactoria. Se está superando lo pensado, en ecología, cantidad y calidad de la producción".

Por tratarse de una planta moderna -se indica- se ven pocos empleados en el proceso de producción. ¿Y los finlandeses? "Quedan unos veinte y a fin de año habrá cinco -cuenta Martínez-, ya que el trabajo fue aprendido por uruguayos, como se había planeado."

A pocos kilómetros, en la ciudad, hay una mezcla de agradecimiento a la empresa, críticas a los asambleístas y tristeza por los puestos de trabajo que se cerraron cuando la construcción terminó. "Botnia nos ayudó con muchas cosas; dio educación a los empleados, y viviendas que quedan para el municipio, pero ahora estamos sin trabajo", afirmó a LA NACION Atali Dalmás, una bonita joven fraybentina, sentada en la plaza de la ciudad. A su lado, mate en mano, Graciela Rodríguez se enoja cuando le recuerdan las protestas de los asambleístas. "No hay olor, y nos bañamos en los balnearios sin problemas".

El intendente, Omar Lafluf, reconoce que la situación empeoró, pero asegura: "Nunca volveremos a ser lo que era este pueblo en 2003, antes de que llegara Botnia".