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29 de marzo de 2024
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Antes de la sentencia, Bussi lloró y reivindicó la dictadura
"Yo no cambié: sigo siendo el Bussi de toda la vida", aseguró. Entre abucheos dijo: "Sufro dolencias que me impiden librar este último combate"
28 de agosto de 2008
Antes de que concluya el primer juicio oral en Tucumán contra Antonio Bussi y Luciano Benjamín Menéndez por delitos de lesa humanidad, el ex gobernador de la provincia volvió a hablar ante el tribunal. Mientras leía un texto en el que insistió en sus acusaciones contra la Fiscalía y reiteró los argumentos en su defensa, se mostró cansado y se lamentó de sufrir "dolencias" que le "impiden librar esta última batalla", según reproduce desde su portal web el diario Clarín.

"Sigo siendo el mismo Bussi de siempre", aseguró el hombre que gobernó dos veces Tucumán, primero designado por la dictadura y luego elegido en democracia. En silla de ruedas, con una barba de días y asistencia de oxígeno, volvió a negar las acusaciones en su contra por la desaparición del ex senador peronista Guillermo Vargas Aignasse. Y, como la otra vez que habló ante el tribunal, volvió a llorar.

La declaración de Bussi abrió la última jornada del juicio. Se da por descontado que después del ex gobernador hablará Menéndez. Y luego se pasaría a un cuarto intermedio hasta que los vocales del tribunal, Gabriel Casas, Carlos Jiménez Montilla y Josefina Curi, anuncien el fallo por la tarde. Los fundamentos se conocerán el 4 de setiembre.

Los dos militares están acusados como coautores mediatos de los delitos de lesa humanidad de violación de domicilio, privación ilegítima de la libertad agravada, tormentos reiterados, desaparición forzosa, homicidio calificado, asociación ilícita y genocidio.

El fiscal Alfredo Terraf pidió para los dos la pena de prisión perpetua en cárcel común. Mientras que los defensores Amalina Assaf (de Bussi) y Horacio Guerineau (de Menéndez) pidieron la absolución, aunque también plantearon que, si son condenados, se les conceda a sus defendidos el beneficio de la prisión domiciliaria en consideración de sus edades (son octogenarios) y estados de salud.

Vargas Aignasse fue secuestrado en la capital tucumana el 24 de marzo de 1976 y retenido en la Brigada de Investigaciones y la cárcel de Villa Urquiza, donde se le permitió a su esposa verlo desde lejos. El 5 de abril fue, supuestamente, liberado y desde entonces figura como desaparecido. La versión de la dictadura, a la que se aferraron las defensas de Bussi y Menéndez, era que había sido "secuestrado por desconocidos cuando era llevado de regreso a su casa".