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18 de abril de 2024
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"Una guerra de película": otro tipo de sátira con Ben Stiller
El divertido filme protagonizado por Ben Stiller, Jack Black y Robert Downey Jr. parodia y homenajea a las películas bélicas, pero también conquista por peso propio
3 de septiembre de 2008
Afortundamente, hay dos cosas que Ben Stiller no es. Este buen comediante estadounidense no es ni uno de los hermanos Farrelly y ni es David Zucker. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que Ben Stiller puede pilotear una película que es al mismo tiempo una parodia y un homenaje a los filmes bélicos de Hollywood sin caer en lugares comunes ni en la exacerbación del humor escatológico, y así y todo salir bien parado del trance.

Vamos a ser más explícitos. Hay cierto humor en las películas llegadas desde los Estados Unidos que en los últimos años fue monopolizado por los hermanos Farrelly, que han logrado seguidores con filmes como “Loco por Mary”, “Tonto y retonto” y “Irene, yo y mi otro yo”, pero que terminan cansado con su recurso a lo chabacano para hacer reír a los espectadores. Hay, al mismo tiempo, otro monopolio encabezado por el director y productor David Zucker, quien se ha encargado con poco tino de intentar parodiar los géneros de Hollywood con “Scary Movie”, “Una loca película épica” y, ahora, “Superhéroes, la película”.

Ahora que queda aclarado quién no es Ben Stiller, recordemos quién es efectivamente Ben Stiller. Conocido principalmente como un buen actor, este comediante también se ha lucido detrás de las cámaras con “El insoportable” y, fundamentalmente, con la muy graciosa “Zoolander”. Ahora, con varios pergaminos en su bolsillo, Stiller va por más y dirige y protagoniza “Una guerra de película” (desafortunado título con el que bautizaron la película originalmente llamada “Tropic Thunder”).

En fin, más allá de las traducciones, lo primero que hay que decir de “Una guerra de película” es que costó más de 90 millones de dólares. Y lo segundo que hay que decir es que funciona como parodia y homenaje a películas como “Apocalipsis ahora”, “Pelotón”, “Rambo II” y otras más, pero que al mismo tiempo logra ser en sí un filme por derecho propio.

¿De qué trata? Para ser breves, citemos una de las primeras frases que se escuchan en la película: “En 1969, diez hombres fueron enviados a Vietnam a rescatar a un soldado de los Estados Unidos que había sido tomado prisionero. La misión era considerada un suicidio. De esos diez hombres, sólo cuatro regresaron. De esos cuatro, tres escribieron libros narrando la experiencia. De esos tres, sólo dos lograron ser publicados. De esos dos, sólo uno logró vender los derechos a Hollywood. Lo que van a ver es la historia de los hombres que intentaron filmar esa película”.

El tono del filme ya queda plenamente definido en esa introducción, pero ampliemos un poco. Digamos que el rodaje de “Tropic Thunder” se sale rápidamente de cauce y que el director resuelve meter a sus actores en medio de la selva vietnamita, para que descubran allí lo que verdaderamente sienten sus personajes. El problema, como se ve venir, es que en la selva, aquellos actores que interpretan a los soldados se encuentran con una guerra real.

Los protagonistas de la historia son tres. Stiller interpreta a una estrella de filmes de acción que se viene repitiendo en sus papeles desde hace años y que viene de una fallida incursión en el cine “serio”. A él se suma Jack Black, quien compone a un comediante heroinómano que ha hecho su carrera en películas sobre flatulencias. Y, finalmente, Robert Downey Jr. es el actor respetado y ganador de cinco Oscars, que es venerado por sus caracterizaciones y que para “Tropic Thunder” se ha injertado piel negra, con el fin de interpretar a un sargento afroamericano.

La cosa no termina ahí. La película cuenta con la participación de un eficiente Matthew McConaughey, de un exacerbado Nick Nolte, de un irreconocible Tom Cruise y hasta algunos pequeños bolos a cargo de Jon Voight, Tobey Maguire, Tyra Banks, Alicia Silverstone, Jennifer Love Hewitt y otros.

Como puede verse, en “Una guerra de película” se burlan de Hollywood con desparpajo y, la mayor parte de las veces, da resultado. Los Oscar, las películas pretendidamente artísticas, los personajes con problemas mentales, la omnipotencia de los productores, el ego de las grandes estrellas, el materialismo de los representantes. Prácticamente todo el universo del cine norteamericano queda bajo la mordaz lupa de Stiller.

No puede decirse que “Una guerra de película” sea un dechado de sutilezas y humor abstracto. Hay, como es de esperarse, algunas patinadas en el humor adolescente y algunos gags un poco previsibles. Pero por encima de esos deslices, la película se termina imponiendo no sólo por su comicidad, sino por su capacidad de contar una historia y de volver a utilizar la sátira en su función primordial: la crítica de la sociedad.