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26 de abril de 2024
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Televisión digital: ¿qué hay de nuevo amigo?
Radiografía de una norma que esconde la pugna de intereses de grandes corporaciones mediáticas. Qué hay detrás del negocio de los medios y las empresas de tecnologías
10 de septiembre de 2008
La posible opción de nuestro país de la norma japonesa “a la brasilera” permite varias lecturas, todas importantes, en términos de política y del sistema de medios. En primer lugar, el gobierno logra salir "por arriba" de una encerrona laberíntica, generada por el lobby de los dos grandes grupos de multimedios. Clarín pugnaba por la norma norteamericana (ATSC) para apuntar a la Alta Definición en la TV Abierta sin afectar su negocio casi monopólico de TV por Cable. Mientras que Telefónica lo hacía por la norma europea (DBV T) para generar condiciones que ampliaran la oferta de canales de TV de aire y así accionar para afectar el negocio de cable de Clarín.

En segundo término, la decisión implica un gran negocio para las empresas niponas como NEC, cuya representación en Brasil es de O’ Globo, aspecto que permite sostenerlo como una de las razones por la cual el gobierno de Lula adoptó dicha norma en 2006. Japón se queda así con los dos mercados de aparatos de TV más importante de América del Sur: Brasil y Argentina.

Y en tercer lugar, el acuerdo puede presentarse como decisión conjunta de ambos países líderes, aunque es una pena que no pueda ya ampliarse al Mercosur en su conjunto –y consolidar así fuerte poder de negociación-, ya que Chile posiblemente adopte la norma de EEUU y Uruguay ya se decidió por la europea. Lo que también es claro es que hablamos de una decisión política, económica y de política de comunicación. Y de un gran negocio de los medios y las empresas de tecnologías.

Se supone que la implementación de la TVD digital Terrestre traerá beneficios para operadores (al posibilitar el desarrollo de nuevos negocios de interactividad), la industria electrónica (ya que se necesitarán renovar los aparatos receptores), los creadores de contenidos (que encontrarán más vías para comercializar sus productos) y las empresas emisoras. Cada una de las normas implica un modo de desarrollo particular. Y un negocio potencial en la venta de televisores, la máxima aspiración de las empresas del sector. Los lobbys y las presiones de estos actores resultan una cotidiana actividad en los países que –como Argentina- no ha decidido aun la norma a implementar.

En los últimos días, y fundamentalmente a partir del viaje de la presidenta Cristina Fernández a Brasil, a tomado fuerza la idea de que nuestro país adoptará la norma japonesa, a partir de acuerdos con el país vecino, que podrían materializarse en beneficios para los medios públicos (incorporando tecnología a bajo costo) a cambio de abrir un nuevo mercado para la norma, que en el cono sur consiguió la adopción por parte del país más poderoso en términos económicos (y también políticos).

El negocio pasa por el tamaño del mercado de aparatos receptores que se desarrollará. Y por los plazos para el traspaso definitivo del actual sistema al digital. Aunque es posible plantear que en Argentina el apagón analógico demorará mucho, si es que se concreta. La norma japonesa, (ISDB-T o Transmisión Digital de Servicios Integrados) fue la última en ser concebido y su característica clave es la posibilidad de recepción móvil (teléfonos celulares, computadoras portátiles u otros dispositivos). Sólo ha sido adoptada a la fecha por Japón y Brasil. Y algunas fuentes sostienen que la vinculación entre la empresa NEC y la red O’ Globo (el multimedios más importante de Brasil) fue un elemento clave para se haya creado una norma nipona-brasilera.

La desventaja más importante de la adopción de esta norma en nuestro país radica en el mayor costo de instalación e inversión, dada su elevada sofisticación. Negocios son negocios, también en la integración regional.

* Magíster, docente UBA y USAL. Especial para Criticadigital.com