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28 de marzo de 2024
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"Control total": vértigo y corrección política
La película producida por Spielberg presenta un mundo dominado por las tecnologías de control social, donde dos jóvenes deben obedecer a ciegas las órdenes de una voz
24 de septiembre de 2008
Por Sebastián Martínez

A veces es difícil adjetivar una película. Y no es porque se trate de una película particularmente extraña o que se salga de los carriles usuales de las producciones más tradicionales de Hollywood. Todo lo contrario. Eso es exactamente lo que ocurre con “Control total” (por cierto otro título pergeñado por las distribuidoras locales para un filme que originalmente se llama “Ojo de águila”, aunque no tan desafortunado como la mutación de “Trueno tropical” por “Una guerra de película”).

De todos modos, puestos a calificar el asunto, el adjetivo que primero surge del léxico del crítico es “correcto”. Esta película protagonizada por Shia LaBeouf y Michelle Monaghan es, si hay que definirla de algún modo, “correcta”. Sus actuaciones lo son, su ritmo lo es, su mensaje también. Aunque, por supuesto, en este contexto, la palabra “correcto” también tiene su costado peyorativo.

Una película “correcta” está lejos de ser un filme que conmueva la sensibilidad del espectador o que sacuda las conciencias de quienes se sientan en la sala durante las casi dos horas en que la enfrentamos en la oscuridad de la sala. Eso sí, también hay que reconocer que será difícil endilgarle algún defecto flagrante. Cuando no se arriesga y se juega a lo seguro, es más difícil errarle.

Pero vamos al grano. ¿De qué trata “Control total”? Esto arranca demostrando la torpe falibilidad militar de los Estados Unidos en su guerra contra el terrorismo. Luego, algunas breves escenas introductorias sirven para pintarnos a un personaje de cierta potencia intelectual pero que trabaja en una fotocopiadora y debe el alquiler de su pequeño departamento. Luego, nos enteramos de que su hermano gemelo, un brillante militar de carrera, acaba de morir. Y, casi enseguida llegamos al nudo del asunto: Shia LaBeouf (uno de los actores jóvenes de moda luego de la última de “Indiana Jones”, “Transformers” y otras) llega a su casa y la encuentra repleta de armas y explosivos.

Mientras el joven todavía intenta asimilar su sorpresa, recibe una llamada desde un número desconocido. “En 30 segundos llegará el FBI a tu casa. Tienes que escapar de ahí cuanto antes”, le dicen. El pobre Shia no entiende ni quiere entender lo que está ocurriendo, por lo que efectivamente un comando de federales irrumpe en su departamento y enseguida estará detenido a disposición del agente antiterrorista interpretado por Billy Bob Thorton. De algún modo, que no tiene sentido adelantar, logrará un rato después escapar de las oficinas del FBI.

Una situación similar le toca vivir a Monaghan. Luego de despachar a su pequeño hijo trompetista hacia Washington (donde debe participar de un concierto) y de pelearse con su ex esposo, la chica decide salir a tomar algo con amigas. Su celular también suena. Y una voz le dice que si no obedece sus órdenes, el tren que lleva a su retoño descarrilará.

Quien sea que se encuentre detrás de las amenazas, parece tener control sobre prácticamente todo: los semáforos, los televisores de las vidrieras, los celulares de todo el mundo, los carteles publicitarios. En definitiva, los personajes de LaBeouf y Monaghan se verán rápidamente a merced de una voz que los va guiando coercitivamente por un laberinto de instrucciones, cuya finalidad recién comprenderemos cuando el filme empiece a definirse.

El ritmo de la película es vertiginoso, las piezas encajan y la moraleja (que es explicitada con algo de obviedad sobre el cierre de la película) es políticamente correcta e inobjetable. En definitiva, todo es “correcto”. Leve, demasiado explícita, algo inverosímil por momentos, hay que decir en favor de “Control total” que también es entretenida y, de paso, lanza alguna crítica hacia la declinante gestión del presidente George W. Bush. No es poco. No es mucho. Es “correcto”.