Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
26 de abril de 2024
Seguinos en
El preservativo es el anticonceptivo más usado
Lo elige 81,4 por ciento de los argentinos. Duplica al de las píldoras. En el tercer lugar del ranking, aunque muy atrás, se ubica el dispositivo intrauterino (DIU)
6 de octubre de 2009
En la Argentina, el uso de los preservativos duplica al de las píldoras como método anticonceptivo. En el tercer lugar del ranking, aunque muy atrás, se ubica el dispositivo intrauterino (DIU).

La mayoría del 81,4% de argentinos que recurre a métodos anticonceptivos los elige y usa pensando en su efectividad, y no tanto por el precio o por la comodidad. Esa tendencia fue revelada a partir de una encuesta a 1.219 personas de 15 a 50 años de todo el país, coordinada por Mario Pecheny, investigador en Ciencias Sociales del Instituto Gino Germani (UBA) y del Conicet, que dio a conocer hoy el diario Clarín.

Más de dos tercios de los varones usan el preservativo masculino (66,7%). Y lo menciona el 43,2% de las mujeres. En total, el 55,3%. En cambio, el uso de las píldoras anticonceptivas sólo alcanza al 28%. Muy lejos está el DIU, con el 7,4%. El resto de la gente usa el monitoreo del ciclo menstrual, el retiro, la esterilización femenina, la vasectomía y la "píldora del día después".

"La encuesta nos demuestra que el preservativo no es tan tabú como lo era. Une dos beneficios: previene el embarazo y la infección del VIH, es más accesible y se lo usa más al principio de las relaciones y con las parejas ocasionales. Aunque de ahí a que el uso sea 'siempre', hay un largo trecho", dijo Pecheny a Clarín. Su grupo estuvo integrado por especialistas del Ministerio de Salud de Mendoza, del Centro de Estudios de Población (CENEP), de la Universidad de Lanús y del Germani.

En todos los grupos, el preservativo es el que más se elige a la hora de tener relaciones sexuales. Los jóvenes de 15 a 26 años son los que más lo utilizan (65,2%). Entre los adultos, su uso desciende al 50%. Cuatro de cada 10 entrevistados elige el método por su efectividad. "Esto denota una marcada racionalidad al momento de elegir el método -escribieron los investigadores en el trabajo al que tuvo acceso Clarín-. La gratuidad no parece ser un tema de vital importancia. Sólo lo menciona el 2,7% de los entrevistados". En este aspecto, también se registraron diferencias. Por ejemplo, las mujeres también eligen el anticonceptivo teniendo en cuenta su preocupación por no dañar su cuerpo (16,5%). Los varones sólo lo mencionan en el 8,8% de los casos.

En total, el 81,4% de las personas sexualmente activas durante el último año utilizan algún método anticonceptivo. Entre los que directamente no usan, gran parte tiene entre 38 y 50 años y el menor nivel de instrucción.

"Es muy valioso que se haya realizado este trabajo con fondos públicos", afirmó Analía Tablado, presidenta de la Sociedad Argentina de Ginecología Infanto-Juvenil. "Permite tener una mejor perspectiva del acceso a los anticonceptivos como parte de los derechos a la salud sexual y reproductiva de la gente. Creo que hay que trabajar más para que los sectores de menos recursos accedan a la información y a los anticonceptivos. Y también para que las mujeres puedan cuidarse: exigirle al varón que use el preservativo implica una autoestima alta y no todas están concientizadas. Hay mujeres, especialmente las de más edad y las casadas, que piensan que pedirle a su pareja que use preservativo es mostrarle desconfianza. Pero tienen derecho a pedirlo".

A partir de los resultados del trabajo, Pecheny comentó a Clarín que se tendría que "incorporar sistemáticamente a las nuevas generaciones a la sexualidad con prevención del VIH y de embarazos no buscados. Se debería dar a conocer la "píldora del día después" (como última barrera, no como reemplazo), formar al personal de salud y promover más el uso de anticonceptivos. Todo debe darse en el marco de los derechos reproductivos y los derechos sexuales: las mujeres y los varones, ya sean jóvenes o adultos, tienen 'el derecho a tener derechos' en materia de sexualidad (con sus placeres y goces) y de reproducción (pueden decidir el espaciamiento y número de hijos, o decidir no reproducirse, o a acceder a las técnicas de fecundación asistida)". Y también opinó: "El problema no es la Iglesia católica, que es lógico que se disguste con que la gente tenga sexo como un valor en sí mismo.

El problema es nuestra clase política que, en vez de oír lo que dicen absolutamente todas las encuestas desde hace años, es tímida para poner en marcha los programas de educación sexual, hacer accesible y comprensible la anticoncepción hormonal de emergencia o avanzar en la atención de los abortos no punibles".