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26 de abril de 2024
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Luc Montagnier, pionero en lucha contra el sida
El profesor francés, codescubridor del virus en 1983, vio recompensados sus 25 años de trabajo para combatir esa plaga con el galardón más prestigioso: el Nobel
6 de octubre de 2008
El profesor francés Luc Montagnier, pionero en 1982 de la investigación contra el virus del sida y codescubridor de ese mismo virus en 1983, vio recompensados el lunes sus 25 años de trabajo para combatir esa plaga con el galardón más prestigioso: el premio Nobel de Medicina.

Este investigador, que actualmente tiene 76 años, vio su vida trastornada por la aparición en 1981 de una nueva enfermedad que, por aquel entonces, afectaba sobre todo a los homosexuales.

Una larga polémica sobre el descubrimiento del virus y las patentes de los tests lo enfrentó con el estadounidense Robert Gallo, investigador que opuso su carisma y brillante oratoria al carácter reservado del profesor francés.

Nacido el 18 de agosto de 1932 en Chabris (centro de Francia), estudió medicina en Poitiers y París e hizo investigaciones en Gran Bretaña.

En 1960 entró en el Centro Nacional francés de Investigación Científica (CNRS) y se convirtió en el director de las investigaciones en 1974. Dos años antes, en 1972, creó el departamento de virología en el Instituto Pasteur.

Diez años después, Montagnier decide responder al llamamiento del médico francés Willy Rozenbaum y crear un equipo de investigación sobre el origen de una enfermedad, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida o sida, que por aquel entonces se creía reservada a los llamados "3 H": hemofílicos, heroinómanos y homosexuales.

El 20 de enero de 1983, el equipo que creó en el Instituto Pasteur, con Françoise Barré-Sinoussi (también premiada el lunes con el Nobel de Medicina) y Jean-Claude Chermann, "aisló" el virus responsable del sida. El descubrimiento fue publicado en mayo de ese año.

Célebre gracias a su descubrimiento, Montagnier ha recorrido el mundo, de congreso en congreso, y ha denunciado los estragos del sida en Africa.

Este padre de tres hijos intervino en 1995 ante la ministra francesa de Sanidad de aquella época, Simone Veil, para que el personal francés de enfermería que se infectó con el sida atendiendo a enfermos no se viese abandonado y casi dejado en la indigencia.

También intervino para defender (2003-2006) a las enfermeras búlgaras encarceladas y condenadas en Libia bajo la acusación de haber inoculado el virus del sida a más de 300 niños.

Su interés por la investigación sobre el "estrés oxidante" -"un síntoma bioquímico" que puede agravar las infecciones- explica su lucha en favor de los productos naturales antioxidantes, como la papaya, que volvió a defender en 2008 en su libro "Las luchas de la vida", suscitando cierta socarronería.

Miembro de la Academia de Ciencias desde 1996, la ley francesa le impuso la jubilación a los 65 años. "Una medida escandalosa que corre el peligro de provocar una huida de cerebros", denunció, obteniendo una prolongación de la vida laboral de tres años antes de irse a Estados Unidos, donde enseñaba desde 1997.

Visiblemente emocionado, recibió la noticia de su galardón en Abiyán, la capital administrativa de Costa de Marfil, donde participaba en un congreso.

"Mi reacción es pensar en todos los enfermos de sida y todos quienes aún están vivos y luchan contra la enfermedad", dijo.