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19 de abril de 2024
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"Las dos caras de la ley": mucho actor para poca historia
Al Pacino y Robert De Niro estelarizan este policial donde los investigadores son investigados y en el que sólo el nivel actoral salva una trama ordinaria y previsible
19 de noviembre de 2008
Por Sebastián Martínez

“Las dos caras de la ley”, como ya sabe cualquiera que la haya escuchado mencionar, atrajo la atención del mundo cinéfilo por un hecho estadístico. Era la primera vez que Al Pacino y Robert De Niro, esos dos gigantes del cine contemporáneo, convivían en la pantalla durante el tiempo suficiente para que se los pudiera comparar adecuadamente.

Es cierto que la primera vez que compartieron los créditos fue en “El padrino II”, pero allí jamás aparecían uno junto al otro, ya que De Niro interpretaba al joven Vito Corleone, mientras que Pacino encarnaba a Michael Corleone tras la muerte de su padre. También es verdad que en “Fuego contra fuego”, ese filme de medio pelo con uno de los mejores tiroteos de la historia, lucían juntos en algunos fotogramas, pero el momento era tan fugaz que dejaba a todos con ganas de más.

El asunto es que “Las dos caras de la ley” permite, ahora sí, que De Niro y Pacino se paseen uno al lado del otro durante la mayor parte de los 101 minutos que dura la película y, por fin, se los puede evaluar en su trabajo conjunto.

Cada uno tendrá su favorito. Pero hasta los más fanáticos de Al Pacino deberán reconocer que sus papeles (en su momento insuperables como en “El padrino” o “Caracortada”) se vienen repitiendo desde hace prácticamente dos décadas, con contadas y formidables excepciones como “El mercader de Venecia” y “Perfume de mujer”. En “Las dos caras de la ley”, Pacino vuelve a hacer más o menos lo que ha venido haciendo desde 1989: un neurótico inteligente, a veces más iracundo, a veces (como en esta oportunidad) más sosegado.

En cambio, De Niro ha sabido encontrar una mayor cantidad de matices en la elección de sus trabajos. Basta recordar comedias como “La familia de la novia” y “Analízame”, filmes políticos como “Mentiras que matan” y “El buen pastor”, películas de victorianas como “Frankenstein”, policiales como “15 minutos” o esas indefinibles obras maestras sobre la criminalidad que lo tienen en el centro: “Buenos muchachos”, “Cabo de miedo” y “Casino”. En el filme que se estrena ahora en la Argentina, De Niro vuelve a lucirse, opacando (si es que eso es posible) a su ilustre coprotagonista.

Aquí, Pacino y De Niro dan vida a una inseparable pareja de veteranos policías de Nueva York, que cuentan con 30 años de servicio y dos personalidades casi antagónicas. Turk (interpretado por De Niro) es un hombre simple, sanguíneo, explosivo, que desprecia tanto a los criminales que siente a cada rato la necesidad de pegarles patadas en el estómago. Por su parte, Rooster (en la piel de Pacino) es un policía superado, que ya ha visto todo, que actúa con frialdad, lucidez y suficiencia.

El retiro es inminente para ambos. Pero un caso cambia por completo sus carreras. Mientras evalúan la forma de encarcelar a un narcotraficante que ha montado un pequeño imperio desde una discoteca de moda, Turk y Rooster comenzarán a investigar la irrupción de un asesino serial que actúa como una suerte de “justiciero anónimo”: sólo asesina criminales.

Inmediatamente, se sospecha que detrás del asesino hay un policía. Y de allí a sospechar de los propios Turk y Rooster hay un solo paso. La vieja historia del investigador investigado. No tiene sentido avanzar mucho más en la trama. Pero quizás sí señalar que cualquier espectador medianamente avispado adivinará hacia dónde se dirige el filme media hora antes de que finalice.

Un guión con ese nivel de previsibilidad no es bueno en el género policial y termina haciendo naufragar la película. Hacia el final, aquellos que ya hayan inferido cómo concluye la historia, deberán entretenerse concentrándose en las actuaciones. No sólo las de Pacino y De Niro. También la del talentoso John Leguizamo, el veterano Brian Dennehy, el rapero 50 Cents y la inquietante Carla Gugino. En definitiva, ellos (los actores, los consagrados y los no tanto) son lo mejor que tiene esta película para ofrecer.