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25 de abril de 2024
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El Papa quiere innovar en misa
Adelantará el momento del saludo de la paz para promover un mayor clima de meditación en la comunión y "una colocación distinta de la señal de la paz"
24 de noviembre de 2008
Pronto habrá modificaciones litúrgicas en la misa. Según anunció a L´ Osservatore Romano el cardenal nigeriano Francis Arinze, prefecto de la Congregación del Culto Divino, Benedicto XVI evalúa anticipar el gesto de la paz para que no haya confusiones al aproximarse la comunión, el momento culminante de la misa.

Amante de las tradiciones, el Papa quiere "una colocación distinta de la señal de la paz" para "crear un clima de más recogimiento alrededor de la comunión", explicó Arinze, al anticipar que el saludo de la paz será adelantado. Ya no será al final del rito, cuando los fieles se preparan para recibir la Eucaristía, sino hacia la mitad de la celebración, durante el ofertorio. Los asistentes se darán la mano o el beso de la paz en el momento en el que se llevan al altar el pan y el vino.

Benedicto XVI había adelantado este propósito a principios de 2007, cuando en su exhortación apostólica postsinodal sobre la Eucaristía, al tocar el tema del rito de la paz, escribió: "Durante el Sínodo de Obispos se ha visto la conveniencia de moderar este gesto, que puede adquirir expresiones exageradas, provocando cierta confusión en la asamblea precisamente antes de la comunión". Y agregó: "Sería bueno recordar que el alto valor del gesto no queda mermado por la sobriedad necesaria para mantener un clima adecuado a la celebración, limitando por ejemplo el intercambio de la paz a los más cercanos".

En la entrevista con L´ Osservatore Romano , el cardenal Arinze señaló que "hoy a menudo no se comprende plenamente el significado" del gesto de la paz, que fue introducido después de la reforma litúrgica posconciliar. "Muchos piensan que se trata de una ocasión para darles la mano a los amigos. Es un modo para decirle a quien está cerca nuestro que la paz de Cristo, presente realmente en el altar, está también con todos los hombres", dijo el purpurado.

Arinze explicó que el Pontífice decidirá sobre este cambio tras hacer consultas con los obispos. El Vaticano es consciente de que en el mundo hay algunos sacerdotes que, unilateralmente e interpretando erróneamente la exhortación apostólica de febrero de 2007, directamente han abolido el rito de la paz de la misa.

Espíritu misionero
Lo que sí el Papa ya aprobó, en respuesta a una petición de los obispos, es otro cambio de la liturgia al final de la misa.

En lugar del tradicional saludo "ite missa est" ("la misa ha terminado, pueden ir en paz", fórmula que no ha sido abolida y sigue vigente), los sacerdotes podrán usar tres frases alternativas.

La primera es "Ite ad Evangelium Domini nuntiandum" ("pueden ir a anunciar el Evangelio del Señor"); la segunda es "Ite in pace, glorificando vita vestra Dominum" ("pueden ir en paz, glorificando con vuestra vida al Señor"), y la tercera, "Ite in pace" ("pueden ir en paz", algo muy parecido a la fórmula existente).

El objetivo de esta modificación es expresar el carácter misionero que debe seguir a la celebración. "El sacerdote tendrá a su disposición tres fórmulas para hacer entender mejor a los fieles que todos estamos llamados a vivir lo que hemos celebrado de modo más dinámico y más misionero", destacó Arinze.

Pero esto no sería todo. Según Marco Politi, vaticanista de La Repubblica , el Papa desearía profundamente volver a ver al celebrante enfrentado al altar y de espaldas a los fieles, al menos en los momentos más místicos de la misa. Esto podría darse con un rito alternado, en el cual el sacerdote en algunas partes se dirige al pueblo y en otras le da las espaldas, "guiándolo" hacia Dios.

Según pudo saber LA NACION, una alta fuente vaticana que pidió el anonimato dijo que "si Joseph Ratzinger pudiera, lo que en verdad querría hacer es reformar la reforma litúrgica posterior al Concilio Vaticano II". Como es sabido, el Concilio (1962-65) determinó una verdadera revolución litúrgica, que dio lugar al uso de las lenguas propias de cada país, una nueva ordenación de las lecturas de la Sagrada Escritura y el giro del altar para permitir la celebración de la misa de cara al pueblo.

No por nada el mismo Arinze consideró "un terremoto" la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II, "un evento que necesita tiempo para ser entendido y aplicado".