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"Navidad sin los suegros": ¿noche de amor?, ¿noche de paz?
Con solventes actuaciones de Vince Vaughn y Reese Witherspoon, la película navideña de la temporada se viste comedia romántica respaldada por un elenco carismático
16 de diciembre de 2008
Por Sebastián Martínez

Las películas navideñas son un género en sí. Hacia fin de año, Hollywood siempre nos ofrenda algún título alusivo a las festividades: desde clásicos como "Qué bello es vivir" hasta engendros edulcorados como "Milagro en la calle 34", propuestas políticamente incorrectas como "Un Santa no tan santo" y genialidades como "El extraño mundo de Jack".

Así que es simplemente cuestión de que el calendario avance y a mediados de diciembre las pantallas locales verán el aterrizaje no siempre feliz de un filme que intenta despertar en nosotros aquello que en los Estados Unidos se denomina "espíritu navideño". Y este año, el bolillero cayó en la comedia romántica y la película que arriba a los cines es "Navidad sin los suegros", o más bien "Cuatro navidades", tal como indica la versión original del título.

La primera forma de acercarse a "Navidad sin los suegros" consiste en reducirla a su argumento. Se trata aquí de un hombre y una mujer, Brad y Kate, que están juntos desde hace tres años, pero evitan avanzar hacia formas más consolidadas de relación (llámense éstas "matrimonio", "hijos", etc.). La particularidad de esta pareja es que cada diciembre, cuando se acerca la Navidad, le dicen a sus familias que deben cumplir alguna tarea humanitaria en el Tercer Mundo para zafar de los festejos en torno al arbolito.

De este modo, con la excusa de vacunar niños en Birmania o ayudar a los desposeídos de Vietnam, Brad y Kate se toman unas vacaciones a todo trapo en las playas de Hawai o de Bali. Quedarse en su casa de la ciudad de San Francisco implicaría demasiadas complicaciones. Para empezar, los padres de ambos están divorciados. Por lo que la Navidad se transformaría en un penoso peregrinar por cuatro hogares distintos, que prefieren evitar a toda costa.

Sin embargo, esta vez nada sale como estaba planeado. La niebla ha cubierto el aeropuerto de San Francisco y su vuelo rumbo a las vacaciones soñadas se verá demorado un día. Para colmo, mientras Kate y Brad deciden qué hacer en las próximas horas, las cámaras del noticiero local los eligen como representantes de las penurias que están atravesando los pasajeros como consecuencia de las demoras en las partidas de los aviones. El asunto es que en cinco minutos todo San Francisco sabe que la pareja ha quedado varada y sus familias empiezan a convocarlos para pasar juntos las vísperas de Navidad.

Y de eso trata todo el asunto. De la procesión que, por primera vez, Kate y Brad deben realizar por las cuatro casas de sus padres durante el día de Nochebuena. Y ese peregrinar, por supuesto, traerá aparejado descubrimientos, roces y replanteos en cada uno de los integrantes de la pareja, al punto de transformar la película en una oda a la importancia de los valores familiares y a la supremacía del amor.

Vista así, en su esqueleto argumental, "Navidad sin los suegros" no parece gran cosa. Apenas una comedia romántica más, sólo propicia para ver una tarde plomiza frente al televisor, con una moraleja infinitas veces repetida. Sin embargo, hay otro modo de ver la película que la reivindica un poco más.

Porque si un acierto tiene este filme navideño es su elenco. Vince Vaughn vuelve a demostrar que es mucho más dúctil de lo que los productores creen. Reese Witherspoon se sobrepone a su arsenal de muecas para enseñarnos (no por primera vez, es cierto) que tiene un halo de carisma que es incluso más poderoso que su imagen. Y, como si la pareja protagónica no fuera suficiente, ahí están Robert Duvall, Sissi Spacek, Jon Voight y Mary Steenburgen interpretando con solvencia a los famosos "suegros".

De este modo, por obra y gracia del talento de un sexteto de intérpretes de excepción, el filme logra superar la medianía que aqueja a la mayoría de las comedias hollywoodenses para redondear una película navideña que no decepciona. Está lejos de ser una obra de arte, es cierto. Pero puesta en serie con la mayor parte de los filmes que la industria nos encaja en esta época del año, "Navidad sin los suegros" aporta solvencia y hasta cierto aire refrescante. No es poco en nuestras calurosas festividades.