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Un año vivido a puro conflicto
Se cumple un año del nacimiento de la resolución 125 de retenciones móviles. Paro, cortes de ruta, actos multitudinarios. El rol del Congreso y el voto "no positivo"
11 de marzo de 2009
Por Roberto Aguirre Blanco

El conflicto entre el gobierno nacional y el campo cumple este miércoles un año choques y pocos avances en un cuadro de paros, cortes de rutas, negociaciones y acusaciones cruzadas que no lograron destrabar una situación que de tema económico mutó a crisis políticas especialmente para el oficialismo.

Sin embargo, el inicio de la confrontación con el anuncio realizado por el ministro de Economía Martín Lousteau de las retenciones móviles generó un inmediato rechazo del sector agropecuario que inició un paro con corte de ruta que duró 21 días.

En ese marco, la presidenta Cristina Kirchner atacó con discursos muy duros al sector, una situación que provocó la reacción inmediata ya no solo de la gente del campo sino de la clase media de muchas ciudades que terminó en masivas manifestaciones espontáneas en las calles de las grandes ciudades.

Así, a solo cuatro meses de asumir, la jefa de Estado viró el apoyo popular a un descontento social que se manifestó en cacerolazos y un inicio de conflictividad entre “clases”, como lo manipuló erróneamente uno de los voceros del gobierno nacional, el piquetero Luis D’Elía.

A partir de ese momento, un tema que tocaba de cerca la situación de la economía nacional ya sea para las arcas recaudadoras del Estados como a los bolsillos de los hombres de campo, se transformó en una lucha política que aún continúa y de desplazará irremediablemente a las elecciones legislativas de octubre próximo.

Se sucedieron los actos políticos, grandes movilizaciones a la Plaza de Mayo de apoyo a la presidenta Kirchner, de medición de poder el 25 de mayo con el gobierno reunido a pleno en Salta y los ruralistas en otro acto en Rosario, en el monumento a la Bandera.

En el medio, nuevas reuniones sin soluciones, acusaciones cruzadas, un ministro que se fue (Loustau) y otro más silencioso que llegó (Carlos Fernández) y una intención mas negociadora del oficialismo que decidió enviar al Parlamento la resolución 125 para su aprobación en el Congreso Nacional.

La idea que había propuesto el vicepresidente Julio Cobos, en una iniciativa que poco agradó la kirchnerismo puro por intento de ocupar roles vedados para puestos habitualmente silenciosos como el del mendocino, comenzó a gestar, mucho antes del voto “no positivo” la idea de marginar del escenario al compañero de la fórmula de la concertación.

En el escenario legislativo, se abrió el panorama de voces, la oposición se alió, como era de esperar con los hombres del campo y en una votación muy reñida, en la cámara de Diputados, el oficialismo logró hacer pasar el proyecto por 128 a 122.

El primer round ganado por el Gobierno en forma tan apretada, abrió la incógnita sobre que sucedería en el Senado, donde las fuerzas eran más parejas y el voto de desempate de Cobos tomaba un valor histórico.

Y, así fue. En la madrugada del 17 de julio, un conmovido Cobos enterró definitivamente la resolución 125 de retenciones móviles al desempatar contra la posición del gobierno y quedar crucificado ante el oficialismo que no dudó en llamarlo “traidor”.

La contratara fue el crecimiento popular de Cobos que hizo saltar al térmica en pleno invierno y subió sus acciones y duplicó su imagen positiva a la de Cristina Kirchner.

Inmediatamente después, de cuatro meses de conflicto el gobierno bajó el proyecto de las retenciones y anunció que no enviaría ninguna otra iniciativa al parlamente: parecía que se entraba en otra etapa.

Fue un grueso error de interpretación. El gobierno cambio de figuras (se fue Alberto Fernández, llegó Sergio Massa) pero nada se resolvió de fondo.

Hubo silencio de radio entre las partes, no hubo propuestas nuevas del Gobierno y nada ocurrió que pudiera permitirse buscar soluciones de fondo para un sector que las reclamaba.

Sobre fin de año regresaron las quejas de los ruralistas con voz mas fuerte, y durante el verano, en un trabajo silencioso del gobierno, luego expandido a los cuatro vientos para asegurarse una seducción a una de las partes de la Mesa de Enlace, el oficialismo se reunión en secreto con el presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti.

En febrero de este año las posturas volvieron a endurecerse y se anunciaron nuevos paros y cortes de ruta que se levantaron sobre el filo por un pedido de la jefa de Estado.

La sociedad igual ya no era la misma de mediados de 2008, la crisis mundial ya golpea los bolsillos en Argentina y la sensación térmica de la gente tiene otros intereses relacionados con el trabajo y los costos de sus economías.

Se reanudaron las reuniones, y en la segunda de ellas, la presidenta Kirchner dio un golpe de efecto con su aparición en el conclave de ministros y dirigentes de campo. Hubo una esperanza, que ahora parece diluirse.

A un año, en el fondo todo sigue igual. Nada ha cambiado, sino que por situaciones propias y externas ha empeorado. En un año político, con elecciones a la vista, la caja es necesaria, y el orgullo dogmático puede más que la razonabilidad de ideas.

En el medio de esta lucha, la gente, la sociedad, que hoy tiene la mirada puesta en otro lado. Siempre en el medio, como testigos inocentes. Esperando que alguna vez funcione el sentido común por sobre los intereses sectoriales.