Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
24 de abril de 2024
Seguinos en
Cristina dijo que el acuerdo es una "reivindicación personal"
El resultado será positivo si se traduce en medidas concretas para la economía real", dijo la Presidenta tras en "consenso de Londres" en la cumbre del -20
3 de abril de 2009
Lo primero que contó la presidenta Cristina Kirchner al salir de la sala donde se había acordado el histórico plan contra la recesión mundial fue que lo vivía como una reivindicación por los años en que las potencias "estigmatizaron" a los críticos del neoliberalismo. Pero fuera de esa suerte de triunfo retórico personal, le costó transmitir mucho más que moderado optimismo.

"El resultado será positivo si se traduce en medidas concretas para la economía real", dijo al diario La Nación, en la cumbre del G-20, cuando se le preguntó qué ganaría el país a partir del "consenso de Londres".

La delegación argentina acompañó el intento por mostrar que el acuerdo reflejaba la mayoría de sus posturas y su filosofía sobre un Estado más activo en la economía. Pero nadie aventuró a describir cómo hará el país para acceder a una porción del millón de millones de dólares con los que el Fondo Monetario Internacional (FMI) intentará poner en marcha la economía mundial.

Nada de lo que dice el documento firmado por las potencias hace prever que el FMI vaya a conceder créditos sin previa supervisión de la economía de los países receptores, como reclama la administración kirchnerista, analizó el diario porteño.

En su carrera por evitar la recesión, el acuerdo sí puede darle argumentos al Gobierno para volver a negociar con el organismo y no perder el tren del salvataje global, deslizó un funcionario involucrado en las gestiones en el G-20. La Presidenta pareció insinuarlo cuando calificó como "positivo" que se hubiera mencionado que todos los países, incluso las potencias, deben someterse a las supervisiones del FMI.

Una decisión que sí impactará de inmediato en la Argentina es la emisión multimillonaria de Derechos Especiales de Giro (la moneda del FMI), lo que elevará proporcionalmente la cuota de los países socios. De manera indirecta fortalecerán así las reservas del Banco Central en unos 2500 millones de dólares, calculó la Presidenta.

Los más optimistas entre sus colaboradores creían ver la posibilidad de que el crédito multilateral fuera menos restrictivo a partir de ahora. Veían como un "paso importante" que se hubiera declarado la voluntad de dar más peso a los países emergentes en el gobierno de los organismos de crédito. "Escuchar a Barack Obama decir que el FMI tiene que controlar incluso a Estados Unidos es un cambio muy fuerte", celebró la Presidenta.

Mientras se termine de pulir el nuevo orden económico global, la ventaja más concreta que leían en el Gobierno era que la apuesta por reactivar la demanda mundial podrá evitar un derrumbe en las exportaciones del país (y, por ende, en la recaudación).

En equilibrio
Cristina Kirchner había llegado a Londres con una postura que recogía la parte más importante de los proyectos que defendían los dos grandes bloques que se enfrentaron hasta el final de la cumbre.

Por un lado apoyaba la idea de una inyección masiva de fondos para activar la demanda y el comercio, el gran objetivo del anfitrión, Gordon Brown, y del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama. Por otro, se alineaba con Francia y Alemania ?detractores de la expansión fiscal? en su reclamo de imponer fuertes regulaciones al mercado de capitales y de eliminar los paraísos fiscales.

Como podía preverse, cada bloque cedió: habrá un gran desembolso de fondos y se creará un nuevo régimen de supervisión del sistema financiero internacional.

¿Suficiente para que el gobierno argentino lo considerara un éxito? "La Argentina no tenía nada que perder. Ahora tenemos que ver cómo ganar", sintetizó una fuente de la delegación.

La Presidenta prefirió centrarse en el cambio ideológico que implicó el acuerdo. "Hace menos de un año los que criticábamos el neoliberalismo y la desregulación éramos estigmatizados. No es que me ponga contenta por la crisis que vive el mundo, pero ahora vemos que ese sistema estalló y lo están pagando los trabajadores. Parece increíble que países que defendían aquellas ideas a rajatabla ahora hayan aprobado un plan como el de hoy [por ayer]", dijo.

Otra victoria personal que quiso resaltar fue su oposición a que figurara en el documento un impulso a un "mercado laboral flexible". "Hablar de flexibilidad remite a políticas que fracasaron. Hay que centrarse en recuperar el empleo", relató a la prensa, en un improvisado contacto en la entrada del hotel del señorial barrio de Knightsbridge donde se alojó. En rigor, durante la sesión de los presidentes (de contenido secreto) fue Luiz Inacio Lula da Silva quien planteó esa objeción y Cristina Kirchner la apoyó.

En el texto final se cambió la palabra "flexible" por "justo y sin discriminación de género".