Noticias actualizadas las 24 horas Información clave para decidir
28 de marzo de 2024
Seguinos en
Estreno de la semana: alta costura, ética y Meryl Streep
Una lucida actuación de la premiada actriz y una historia sencilla sobre ambición, integridad y lealtades son las mejores armas de "El diablo viste a la moda"
20 de septiembre de 2006
Hay películas que definitivamente encuentran su tono. "El diablo viste a la moda" es una prueba de ello. Una película en la que nada sobra, donde un puñado de actuaciones extraordinarias, un guión lineal y la belleza urbana de Nueva York y París, bastan para justificar el metraje de celuloide empleado en su realización. No será una obra maestra, por supuesto. En el fondo, éste no deja de ser un filme sencillo que cuenta una historia acotada, una historia que no quedará en los anales del séptimo arte por su originalidad. Pero es, al mismo tiempo, un trabajo que se las ingenia para entretener con inteligencia y honestidad durante casi 110 minutos

El universo que aborda "El diablo viste a la moda" es el de la alta costura, las revistas especializadas en tendencias, la constante preocupación por determinar y entender qué es lo que debe usarse y qué lo que ya no puede salir del ropero. Pero todo eso no es más que una excusa. Lo que se propone la película debajo de su ropaje fashion es explorar mundos más complejos y más ricos: el poder, el respeto, la integridad, la ambición.

El argumento de "El diablo viste a la moda" cuenta las peripecias que debe atravesar Andy Sachs, una joven aspirante a periodista que termina contratada como "segunda asistente" de la más poderosa editora de modas del mundo, en una revista neoyorquina. La joven Andy no tiene gran interés en el mundo de la moda y hasta mira con cierta condescendencia a quienes viven obsesionados por la ropa y sus accesorios. Pero con el correr de los días, empezará a formar parte de la maquinaria de la alta costura y el pret-a-porter. Por un lado, llegarán los desafíos para ganarse el respeto de su despótica e insoportable jefa. Por otra parte, el paulatino alejamiento de sus "orígenes" en pos del glamoroso mundo de las pasarelas y las producciones fotográficas.

Un filme de estas características no tiene, a priori, nada garantizado. Puede ser un pretencioso y algo aburrido retrato del mundo de la moda, como le sucedió al respetado Robert Altman en "Pret-a-porter" (1994). O puede ser una alternativa de entretenimiento estimulante en su humildad, como le sucede a este filme de David Frenkel, que hace aquí su debut cinematográfico.

Claro que Frenkel no estuvo solo. Delante de cámaras contó con una asistencia de lujo: nada menos que Meryl Streep, una mujer que luego de ser nominada trece veces al Oscar sigue trabajando con una rigurosidad que asusta.

Curiosamente, Streep no es la protagonista del filme. Interpreta a Miranda Priestly, la omnipotente y aterradora editora de la revista "Runway", la más prestigiosa en el mundo de la moda. Tiránica, despótica, irrespetuosa, cínica, fría, arbitraria. Todo eso puede decirse del personaje que encarna Meryl Streep. Y, sin embargo, ella se las arregla para dotarlo de profundidad. Ya no es sólo la "mala" de la película. Después de pasar por el cuerpo de Streep, la estereotipable Miranda Priestly queda convertida en un ser complejo, con pliegues y debilidades, sin por eso perder su carácter básico.

No todo el mérito es de Meryl Streep. Una de los mayores logros del director Frenkel es haber sabido manejar con sutileza un elenco que funciona con precisión de relojería helvética. Esto es válido para Anne Hathaway, verdadera protagonista de la película, pero también para los personajes satelitales que le dan color a la trama. Vale la pena destacar a Stanley Tucci, un verdadero trabajador de Hollywood que se desenvuelve aquí con destreza dándole vida a un especialista en modas. Otra mención merece Emily Blunt, quien apenas si es conocida, pero que recibió numerosas ofertas actorales tras su interpretación de la "primera asistente" de Miranda Priestly.

Si bien es la primera vez que llega con un largometraje a la pantalla grande, el director David Frenkel tiene entre sus pergaminos un antecedente que refleja acabadamente qué es lo que sabe hacer. Frenkel fue, de hecho, uno de los directores más requeridos para grabar los capítulos de la exitosa "Sex and the city". La película que ahora llega a las salas argentinas sigue exactamente la línea trazada por ese suceso televisivo: estilo y humor, glamour e intelecto, comedia y drama. Ése es el feliz tono que puede reencontrarse, ahora, en "El diablo viste a la moda".