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26 de abril de 2024
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Condenan a perpetua a los asesinos de Garrido
La Justicia le dio esa pena a la pareja que mató al subteniente Garrido, crimen ocurrido en San Isidro. La viuda del policía conforme con la sentencia
16 de junio de 2009
Tras un juicio que se resolvió en menos de 120 días, el Tribunal Oral en lo Criminal 5 de San Isidro condenó con cadena perpetua a Ernesto Luque (29 años) y Débora Acuña (30) tras haber sido declarados responsables de "homicidio calificado" del policía Aldo Garrido, ocurrido el 17 de febrero en una zona comercial del norte del Gran Buenos Aires.

Los jueces Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia dieron lugar al pedido del fiscal Eduardo Vaiani y del abogado Marcelo Rochetti, en representación de la viuda de la víctima, Marta Barberis, quienes solicitaron la pena de prisión perpetua para los imputados.

De acuerdo al fallo, los dos delincuentes -él es reincidente y ambos tienen otras causas pendientes- se lo condenó con la pena máxima que estipula el Código Penal por "homicidio doblemente calificado" por resultar "criminis causa" al tratarse de un efectivo policial en funciones, así como por "robo calificado con armas" y "posesión ilegal de armas de guerra".

Durante el juicio, los acusados reconocieron haber baleado al policía, aunque sostuvieron que fue en un forcejeo y que no tuvieron la intención de matar. De hecho, la semana pasada, el tribunal encontró culpables a Luque y a Acuña.

El ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, quien presenció la audiencia donde se anunció el veredicto condenatorio, estaba convencido"está probado cómo ocurrió este salvaje homicidio".

El teniente Aldo Garrido, de 61 años, fue asesinado el 17 de febrero pasado cuando recorría la zona comercial de San Isidro. Allí vio una situación sospechosa en un negocio de la firma "Kevingston", en Chacabuco 361 de esa localidad.

El policía notó que las dos empleadas no estaban y lo atendió Acuña, que estaba embarazada. El agente sospechó y se dirigió hasta el fondo del negocio. En ese lugar apareció Luque, que le descerrajó dos balazos en el vientre con un revólver calibre 32. Garrido cayó y fue rematado con su propia arma por la mujer.