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"La era del hielo 3": vértigo, fatiga y dinosaurios
En esta tercera parte de la saga, el mamut, el tigre diente de sable y el perezoso deben explorar debajo de la Tierra, donde los grandes reptiles aún no están extintos
1 de julio de 2009
Por Sebastián Martínez

Entre Pixar y Dreamworks, los dos grandes monstruos de la animación del siglo XXI, una tercera empresa un poco más humilde intenta abrirse paso en el imaginario del público. Su nombre, desconocido para los neófitos, es Blue Sky Studios, aunque sus propietarios desde 1997 son los accionistas de la mucho más célebre 20th Century Fox.

Algunos recordarán filmes salidos de sus fraguas como "Robots" y "Horton y el mundo de los quién". Sin embargo, indudablemente, su principal ariete cinematográfico se llama "La era del hielo". Una saga que irrumpió en las pantallas hace ya siete años y, de movida, conquistó su porción de público en base a las aventuras de un grupo de animales disímiles (un mamut, un tigre diente de sable, un perezoso) que se ven obligados a formar la manada más excéntrica de la historia del cine.

Durante las primeras dos entregas de "La era del hielo", la moraleja era clarísima. La "ley de la manada" obligaba a sus miembros a jamás dejar atrás a uno de sus miembros en peligro. El capítulo inicial los enfrentaba con un bebé humano abandonado y los llevaba a recorrer paisajes helados en busca de sus padres. En la segunda, el deshielo comenzaba y era la propia naturaleza la que los ponía en peligro.

Ahora, en la tercera parte, el peligro viene de las entrañas de la Tierra. Mientras Manny el mamut (Ray Romano en la versión en inglés) y su pareja Ellie (Queen Latifah) esperan su primer hijo y Diego el tigre diente de sable (Denis Leary) envejece y hace planes por su cuenta, Sid el perezoso (John Leguizamo) encuentra un mundo subterráneo, un lugar fuera del tiempo, donde los dinosaurios no está extintos y aún viven con sus propias reglas de predación a gran escala.

Para resumir lo esencial del argumento, diremos que Sid terminará perdido y sus compañeros de manada (incluyendo las dos zarigeyas gemelas) deberán ir a rescatarlo, con la asistencia de Buck, una comadreja completamente desquiciada y heroica, que cumple el más eficaz rol humorístico de toda la película.

La fórmula de "La era del hielo" todavía funciona en esta tercera etapa. Una animación excepcional y un guión trepidante alcanzan para mantenernos sentados en la butaca. Pero también habrá que decir que el filme no alcanza la altura de los anteriores y que su apuesta es más radicalmente infantil que en las dos entregas previas.

Hay, de todos modos, referencias que sólo podrán comprender los adultos: citas de "La divina comedia" de Dante Alighieri, de "Moby Dick" de Herman Melville, de "Apocalipsis Now" de Coppola, de "Jurassic Park" de Spielberg, de "Piratas del Caribe" de Verbinski, y seguramente muchas más. Pero la artillería pesada está puesta en el humor "físico" más que en el humor psicológico. Igualmente, no se podrá decir que es una película aburrida. Algo arbitraria, quizás demasiado pueril, pero entretenida.

Sin la perfección formal que suele exhibir Pixar en todos sus registros, ni el ímpetu prolífico de la despareja Dreamworks, los creadores de Sky Blue Studios siguen batallando por su porción del mercado. Hasta aquí no se les puede reprochar demasiado. Pero deben estar atentos: su principal caballito de batalla ha comenzado a dar señales de fatiga. Hay que empezar a pensar nuevas ideas.