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26 de abril de 2024
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Dormir juntos, todo un problema
La "cama matrimonial" no es buena para el descanso, según especialistas de EEUU. En un estudio señalaron que puede ocasionar enfermedades y mal sueño
10 de septiembre de 2009
Un especialista norteamericano indicó que la “cama matrimonial” es perjudicial para el descanso y puede ocasionar enfermedades. En ese sentido, explicó que compartir el lecho es sólo una tradición moderna que fue acuñada por cuestiones de espacio en las viviendas.

El especialista en sueño Dr. Neil Stanley dijo en el Festival de ciencia británico que dormir acompañado puede causar ronquidos y otras alteraciones del sueño que pueden robar horas de descanso valiosísimas.

De acuerdo con una nota publicada por la BBC, el doctor Stanley, quien duerme separado de su mujer, señala que históricamente los seres humanos nunca fuimos hechos para compartir la cama y que, por el contrario, la tradición moderna de la “cama matrimonial” comenzó con la revolución industrial, cuando la gente que se mudaba del pueblo a la ciudad se encontraba con poco espacio para vivir.

Antes de la era Victoriana, era muy común para las parejas casadas dormir separados; de hecho, en la antigua Roma, las camas matrimoniales eran un lugar exclusivo para el encuentro sexual, pero no para dormir. Y Stanley aconseja hacer lo mismo.

“Se trata de lo que te haga feliz. Si un matrimonio está durmiendo junto y ambos descansan perfectamente bien, no hay necesidad de cambiar. Pero no teman hacer algo diferente”, indicó.

En ese sentido, el especialista señaló que el mal sueño está asociado a la depresión, enfermedades cardíacas, problemas pulmonares, accidentes de tráfico e industriales y, claro, divorcios.

Al respecto, el doctor Robert Meadows, un sociólogo de la Universidad de Surrey que realizó un estudio que compara cómo duermen las parejas cuando comparten la cama y cuando no lo hacen, dijo: “La gente cree que duerme major cuando lo hacen con un compañero, pero las evidencias muestran lo contrario”.

El estudio, basado en 40 parejas, demostró que cuando las parejas duermen juntas, una de las dos personas se mueve y hay un 50 por ciento de posibilidades que esto perturbe el sueño de su compañero.