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Historia polémica de Terrabusi
Gilberto Montagna vendió Terrabusi a la estadounidense Nabisco por U$S 360 millones. El mayor accionista es ahora el megamagnate Warren Buffet
26 de septiembre de 2009
Por Alejandro Bercovich. Publicado en Crítica de la Argentina

Susana Ossola y Juan Esteban Ferreyra fueron secuestrados y desaparecidos entre abril y mayo de 1976. Carlos Becker se les sumó cuando la dictadura iba a cumplir un año. Los tres tenían veintipocos y eran obreros de Terrabusi. Figuraban en una de las listas negras de “guerrilleros fabriles” que los militares se habían agenciado por anónimas fuentes empresariales.

Por esos años, los dueños de la planta desalojada ayer eran los primos Gilberto Montagna y Carlos Reyes Terrabusi. El primero era joven pero ya presidía la Coordinadora de Industrias de la Alimentación (COPAL). Veinte años después llegó a pilotear la UIA, desde donde bendijo la apertura comercial del menemismo que hizo cerrar miles de fábricas.

Tres años después de dejar la central fabril, Montagna vendió Terrabusi a la estadounidense Nabisco por 360 millones de dólares. Más tarde Kraft absorbió a Nabisco y con ella a la planta de Pacheco. Los viejos dueños dejaron el negocio y Montagna se dedica hasta hoy a la cría de caballos de raza. El mayor accionista de Kraft es el megamagnate Warren Buffet, quien pelea con Bill Gates el trono del hombre más rico del planeta.

Anteanoche, como reveló en exclusiva Crítica de la Argentina, la cúpula de la UIA reclamó a Aníbal Fernández que desalojara la planta de Henry Ford y Panamericana. Los tiempos cambiaron: ya no hay listas negras con gremialistas para secuestrar. Pero los industriales mencionaron a “cuarenta tipos que siempre generan problemas”. Y se fueron conformes porque el jefe de Gabinete les dijo que ya lo sabía, antes de prometerles que los desalojaría. Son los mismos “de la ultraizquierda” a quienes culparon por el conflicto el líder de la CGT, Hugo Moyano, y el del sindicato de la alimentación, Rodolfo Daer. Todos figuran entre los 157 despedidos por Kraft.

Cuando Ossola, Ferreyra y Becker fueron secuestrados, la distribución del ingreso entre empresarios y trabajadores acababa de alcanzar su punto menos desigual de la historia: el famoso “fifty-fifty” que siempre invoca Cristina Kirchner. Hacia el final de la dictadura, Montagna ganaba como director unas 50 veces más que sus obreros. Y en Pacheco se trabajaba como en un cuartel, con controles hasta en los baños.

A Moyano nadie le pregunta si es de izquierda o de derecha. Votó a Rodríguez Saá en 2003 y a Cristina en 2007. Lo seguro es que el “fifty-fifty” no va a volver de la mano de Daer, quien aplaudió la flexibilización laboral cuando era jefe de la CGT. Y que en privado se jacta de figurar como empleado de mantenimiento sin haber clavado un clavo en su vida.