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26 de abril de 2024
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D´Elía quiere ser presidente
El piquetero reveló su fantasía de gobernar la Argentina y aseguró que no prosperan los acuerdos porque "falta capacidad de diálogo". Su visión de Cristina y Néstor Kirchner
9 de noviembre de 2009
Lo confesó: D´Eía, uno de los piqueteros más duros y de 'armas' tomar del krichnerismo, quiere ser presidente de la Argentina.

El actual líder de la Federación Tierra, Vivienda y Hábitat dijo, en una entrevista con el diario La Nación, que es mejor que muchos del montón, entre los que señala a Julio Cobos, Carlos Reutemann y Elisa Carrió y defendió a ultranza las políticas que impulsa el Gobierno: a Cristina Fernández de Kirchner "la envidian porque es linda e inteligente", asegura econ un análisis que deja gusto a poco.

A continuación, la entrevista que deja al descubierto a uno de los personajes más polémicos de la era K.

-¿Es posible reeditar en el país lo que hizo España con el Pacto de la Moncloa?

-Los pactos en sí mismos no son malos, lo que es malo es intentar reproducir experiencias ajenas en una historia distinta. El pacto tal cual lo piensa Cristina Fernández, lamentablemente no estoy de acuerdo. Me parece que es una versión vieja del pacto social en nuestro país. Ella cree que juntando a la CGT, CTA, UIA, AEA y la Iglesia uno hace un pacto social. En ese esquema queda el 70 por ciento de la sociedad afuera.

-¿Por qué?

-Porque la sociedad se ha modificado sustantivamente los últimos 30 años. El 70% de la clase obrera argentina está fuera de la CGT y la CTA. Los trabajadores ya no se organizan en el ámbito laboral, sino en el territorial. Mal se podría pensar en ese tipo de pacto social porque deja a la mayoría de los actores sociales afuera.

-¿Qué debería incluir el pacto entre esas organizaciones sociales a las que hace referencia?

-Hay algunos ejes indiscutibles: crecimiento económico, distribución de ese crecimiento, reorganización de la asignación de recursos en el presupuesto nacional, un nuevo federalismo y nuevas reglas de juego de la democracia. Somos el último país de América latina que sigue votando con fiscales y boletas. Ya casi nadie en el continente usa esto, está obsoleto.

-¿Por qué no se puede avanzar en estos acuerdos?

-Falta capacidad de diálogo, de entendernos, de sentirnos parte de una misma identidad. Tendríamos que hacer cosas en las que todos nos sintiéramos argentinos en algún momento. En eso, a veces les tengo cierta envidia a los brasileños, que saben coexistir y en determinado momento no hay izquierda ni derecha, son todos brasileños. Tendríamos que pactar sobre algunos temas como la distribución de la renta y fin de la pobreza. Cosas concretas.

-¿Es viable con la dicotomía argentina?

- Es complicado porque acá siempre hubo mucha injerencia extrajera. Primero de Inglaterra y después de Estados Unidos. Entonces teníamos sectores muy oligárquicos procoloniales muy cercanos a esos intereses imperiales y no a los genuinos intereses nacionales. Uno mira la historia argentina y hubo tipos que traicionaron en función de intereses espurios, lejanos a nuestra identidad.

-¿El 25 de mayo puede ser el disparador para sentar las bases?

-Puede ser. La Iglesia hizo algo muy lindo el año pasado, para Navidad, en Luján. Fue una especie de celebración de unidad de toda la dirigencia. A mi me tocó estar al lado del diputado del Pro Federico Pinedo, que mi abuelo, que era anarquista y delegado, peleaba contra el abuelo de él. Nos pudimos dar un abrazo más allá de las diferencias y sentir que éramos los dos argentinos, que latíamos detrás de una sola bandera.

-Entonces hay esperanza.

-Quiero creer que sí. Me gustaría tener una derecha menos neoliberal conservadora y más nacionalista. Que vele más por el interés nacional, que se ponga al hombro el mercado interno y se sienta responsable. Ojalá que nazca una derecha que se haga cargo del desarrollo nacional.

-¿Cómo ve al país?

-Empezamos a estar muy bien. A diferencia de lo sucedido en los ´90, hoy tenemos un país que tiene otra perspectiva. Estamos cambiando la perversa matriz establecida en esos años. Liquidación del patrimonio nacional, flexibilización de derechos de nuestro pueblo, relaciones carnales con Estados Unidos, endeudamiento hasta el paroxismo con organismos multilaterales de crédito, negación de la memoria, la verdad y la justicia, un país desastroso. Hoy estamos recuperando algunos ejes que nos permiten pensar una sociedad como la que tuvimos antes del ´75: inclusiva, industrializada, con desarrollo, con lucha contra la pobreza, con crecimiento económico, me hago cargo del crecimiento económico.

-Plantea un país ideal.

-No, falta mucho por hacer. Me gustaría una nueva ley de entidades financieras y reformar la carta orgánica del Banco Central para poder disponer nuestras reservas. Me gustaría estatizar la mitad del mercado telefónico porque ahora con la modificación de la ley de comunicación audiovisual hay que ir rápidamente por un sector de la telefonía que indudablemente debe ser estatal. Nos gustaría reformar el código minero y dictar normas que preserven el medio ambiente. Avanzar sobre el petróleo y la energía en términos de nacionalización estratégica. Repensar la problemática de la extranjerización de la tierra y los efectos de la sojización de la tierra. Repatriar nuestras reservas que están en la Reserva Federal al 1% anual y que vayan a capitalizar el Banco del Sur con el resto de las reservas de América latina.

-¿Cree que el movimiento que lidera Kirchner puede lograr esto que propone?

-Lo que venga después de Kirchner tiene que ser mejor que Kirchner. Tenemos que avanzar hacia la izquierda popular y nacional y no retroceder al neoliberalismo conservador. Kirchner puede levantar alguna de estas banderas, pero como en todos los procesos nadie es eterno. Los procesos se agotan, aunque el de Kirchner todavía tiene resto; lo veo para un período más.

-Kirchner se recostó sobre el peronismo en las últimas elecciones, decisión que usted criticó y ahora podría hacer lo mismo.

-Ojalá estuviera recostado sobre el peronismo. Está recostado sobre el Justicialismo, un partido conservador y de derecha que intenta restaurar. Kirchner tiene en lo ideológico las cosas claras y lleva a veces al Justicialismo a lugares donde el Justicialismo no quiere ir ni de casualidad.

-Como dirigente social, ¿qué siente con el aumento de la pobreza?

-No siento que haya más pobres. Hoy estoy muy contento y vuelvo a ver la luz. En el 2001 me levantaba y pensaba ¿será hoy? ¿Será hoy que nos vamos a quedar sin país? Tengo cinco pibes grandes, todos laburan, estudian y pensaba en esas épocas qué país les estamos dejando. Hoy vuelvo a ver un camino, una lucecita de esperanza, eso era la noche, es incomparable.

-¿Por qué con D´Elía es todo blanco o negro?

-Soy un tipo de una gran frontalidad. No tengo los cánones del político medio, no hago doble mensaje. En la calle veo amor y odio. Veo tipos que dicen sos lo más grande que tiene la Argentina o los que me dicen reventado. Todo a 10 metros. Me ha tocado cruzar una calle y una persona se acerca a sacarse una foto y cruzo y otro me grita gordo hijo de puta. Con los grandes pasa. A Evita le pasaba lo mismo, el pueblo la amaba y en Recoleta pintaban viva el cáncer. Las personas con un claro sesgo ideológico generan amores y odios.

-¿Qué balance hace de la gestión de Cristina Kirchner?

-Es una mujer talentosa que está haciendo las cosas bien. Muchos no le perdonan el hecho de ser mujer. Hay mucho machismo, incluso en las mujeres, creo que con las que más problemas tiene es con las mujeres.

-¿Por qué?

-Porque es linda e inteligente. Vos juntás tres mujeres y tenés cuatro internas. Los hombres somos más cómplices, las mujeres lo primero que hacen es competir; es una pena.

¿Cuál es su opinión de Néstor Kirchner?

-Fue el mejor presidente de los últimos 60 años. De Perón para acá no hubo ninguno como Néstor. Inteligente, con convicciones, lúcido y con agallas.

-¿Eduardo Duhalde?

-Es un personaje lamentable de la política argentina. A ver, puedo estar en las antípodas de Menem, pero es un hombre de derechas de convicción ideológica, podés estar de acuerdo, pero tiene un sesgo ideológico. Kirchner, en las antípodas de Menem, es un tipo de izquierda nacional y popular. ¿Duhalde qué es? Es un escéptico, es la negación de la política, por lo tanto necesita de gerente y de punteros y de negocios porque vive la política como una cosa ecléctica, sin sentido.

-¿Cree que Cobos puede ser presidente?

-En la Argentina, D´Elía puede ser presidente; cualquiera puede serlo.

-¿Le gustaría ser presidente?

-Si, me gustaría ser presidente. Mucha gente me dice, no descarto nada.

-¿Cree que la Argentina está preparada para D´Elía presidente?

-En este país soy un ave rara. Una mezcla de Musetta y de Mimi, no? Por un lado me muevo cómodo en los arrabales, pero ahora estoy invitado al Ronald Reagan Center a dar una charla en Washington. Sé que soy mejor que muchos del montón, que Cobos, que Reutemann, que Carrió, que todos esos que lo que expresan es sólo mediocridad. Fui concejal, diputado, secretario de Estado, consejero de educación, vicepresidente del consejo provincial de educación, me senté en el sillón de Sarmiento varias veces cuando me tocaba presidir el consejo. Me sobra paño.

-¿Qué haría si fuera presidente?

-Lo primero que haría es una reforma constitucional profunda. Está Constitución no sirve absolutamente para nada. Además haría un fuerte reclamo por Malvinas, sin militarizar, pero poniendo las cosas en su lugar.

Así es D´Elía: frontal, polémico y verborrágico.

Profesor y alumno
-¿Recuerdos del 25 de mayo? -Soy un hijo de la escuela sarmientina, positivista, normalista, donde íbamos con el delantal almidonado, de corbata, peinados con gomina, con escarapela, donde los viejos no faltaban a las asambleas de cooperadoras, donde había indisoluble relación entre la escuela y la familia. Donde si me ponían una mala nota y se la tenía que mostrar a mi viejo era todo un problema, porque la maestra y los padres eran aliados. Donde los maestros iban a laburar y estaban bien formados, donde la actividad docente era considerada un apostolado y no un trabajo. Fui a la escuela número 16 Brigadier Tomás de Irirante, en Villa Luzuriaga, La Matanza, que debe estar cerca de cumplir los 100 años, un orgullo de escuela pública, y voy a contar un pecado que nadie sabe: hice ahí todos mis estudios menos tercer grado que lo hice en la Escuela Británica, fui becado por el sindicato de mi papá, era medio pupilo, quedaba en Hurlingham, ya no está más, lo tiraron abajo por la autopista.

-¿Por qué tenemos cada vez peor educación?

-Ha habido desinversión, graves fallas en la formación docente. La escuela terminó siendo un contenedor del drama social, da de comer, cura, hace un montón de cosas que no son inherentes. Creemos que se rompió la alianza entre la escuela y la familia, y la desocupación destruyó gran parte de la familia y que lo vamos a pagar muy caro.