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19 de abril de 2024
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Radiografía del negocio que se hace con los cartoneros
Por 50 pesos diarios, el cartonero sostiene un gran negocio. En la Ciudad trabajan 4.900 recolectores que levantan 600 toneladas de papel, luego reindustrializadas
29 de noviembre de 2009
En 2001 había 20.000 cartoneros. En 2002, la devaluación -que triplicó el precio de las materias primas en pesos- y la crisis hicieron que la cifra se duplicara. En 2003 se registraban 14.500 y en 2005, 8700. Actualmente hay 4900 cartoneros. Los vaivenes tienen que ver con dos factores: la falta de trabajo y el precio de las commodities, según una nota del diario La Nación.

Entre todos recolectan 600 toneladas de papel por día (unos $ 5,6 millones por mes).

La Cooperativa El Ceibo vende al por mayor distintos productos reciclables.

"Conseguimos muy buenos precios porque vendemos mercadería de primera y en grandes volúmenes. Por cada kilo de cartón nos pagan 57 centavos (por kilo), por el blanco (el papel en resma que se utiliza en las oficinas) conseguimos 1,20 pesos y por los envases pet, un 1,10 por kilo. Pero es porque acopiamos, clasificamos y vendemos. Si andás solo en la calle, te dan menos de un tercio", cuentan desde esa cooperativa.

Los cartoneros porteños no están pendientes de lo que sucede en las grandes plazas globales. Y muchos menos los operadores financieros de lo poco que ganan los recolectores de Buenos Aires. Pero cada decisión o anuncio que hagan en Nueva York repercutirá directamente en el bolsillo de estos miles de argentinos que realizan un trabajo de subsistencia.

Pablo Schamber es investigador de la Universidad de Lanús y autor del libro De los desechos a las mercancías. Etnografía de los cartoneros de Buenos Aires.

"Respecto de la relación con precios internacionales, diría que es tan directa como con cualquier otra commoditie. A principio del año pasado, se derrumbaron los plásticos en el mundo. Acá también", relata.

Ortiz descansa a la espera del camión que todas las noches los lleva y los trae del conurbano bonaerense. Confiesa que no puede creer las cosas que tiran en la Capital y se sorprende de los vaivenes del precio de lo que con esfuerzo junta.

"Un día me dan una cosa, y otro día, otra. No hay un precio fijo para la mercadería. No se por qué, pero cambia todos los días", dice, cigarrillo en mano. Ni siquiera por haber visto de reojo el titular de alguno de los miles de diarios ya leídos que todos los días pasan por sus manos sabe de la crisis que afectó al mundo desde mediados de 2008. "Ni idea -confiesa-. Lo que le digo es que el año pasado no se podía vivir con lo que ganábamos".
Suben y bajan

En El Ceibo, que emplea a 63 personas, tampoco la pasaron bien. "Los precios cambian mucho. Le digo más -se anima Lescano-, el segundo semestre del año pasado cayeron a la mitad. Tuvimos que pedir prestado para pagar los sueldos. Además, no sólo nos pagaban poco sino que nadie nos compraba."

Schamber cuenta que lo que se gana depende de varios aspectos: tipo de ciudad, si se usa caballo, carro o bicicleta, la dedicación exclusiva o parcial y la colaboración o no familiares. También hay que tener en cuenta que no todos los materiales que se recolectan se venden inmediatamente. Algunos, como el cobre, aluminio o bronce, se suelen acumular y guardar como ahorro, para vender en casos de necesidad o fiestas.

"En 2002 laburábamos por hambre. Había una miseria enorme y esto alcanzaba para comer", recuerda Lescano. Las cifras de desempleo, que bajaron hasta fines de 2008, parecen darle la razón a quienes sostienen que la actividad sólo tiene que ver con la falta de otro trabajo.

Juan Grabois es miembro del Movimiento de Trabajadores Excluidos, una de las agrupaciones que firmó un acuerdo con el gobierno porteño para recolectar puerta a puerta. Cuenta con 2000 cartoneros.

"Hay dos funciones principales de estos trabajadores. La primera es servicio público porque ayudan a la reducción del enterramiento de basura. La segunda, la de proveedores de materia prima para la industria", explica.

Para la primera de las funciones, desde 2008, el gobierno porteño empezó a pagar una suerte de subsidio de $ 370 por mes a cada uno, más la obra social -que corre por cuenta del gobierno nacional- y los traslados. Dice Grabois que cada cartonero que anda en la calle puede hacerse de entre $ 40 y 50 por día.