Tras la sucesión de contratiempos en la Justicia, el matrimonio K echó al procurador del Tesoro, Osvaldo Guglielmino, el hombre que debía llevar adelante las causas contra Redrado.

En las audiencias con los abogados de los diputados de la oposición que llevaron adelante los amparos del caso Redrado, el Procurador había deslizado "apenas termine esto muy voy, no aguanto más".

"Era simpático y con muy buenos modales, pero el mensaje que nos daba en las audiencias era surrealista, sintetizando nos decía: dejenme ganar", recordó a La Política Online uno de los abogados del diputado macrista Federico Pinedo.

Pero si Guglielmino fue el actor principal de la derrota judicial que vivieron los Kirchner, lo cierto es que el guionista fue el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini, a quien por obvias razones los Kirchner no pueden despedir.

Echarlo equivaldría a desacerse del alter ego del matrimonio, el hombre que comparte los últimos whiskys con Néstor Kirchner, el cerebro jurídico y político del matrimonio, que por lo visto dista de ser infalibre.

Guglielmino, quien reemplazó a Horacio Rossati en la Procuración, ahora será suplido por Joaquín de Ochoa, un abogado que trabajó en la campaña electoral de Daniel Scioli.