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Moyano Fútbol Club
El líder del sindicato de los camioneros tiene un equipo de fútbol que milita en el Argentino C, pero con el que el líder gremial quiere alcanzar la primera división
7 de febrero de 2010
Un mediocampista de Camioneros ensayó un lujo sobre la raya. El defensor se puso nervioso, midió distancias y respondió la osadía con una perfecta patada en los tobillos. El estadio casi se vino abajo. Faltaban 15 minutos para el final, el partido seguía 3 a 3 y la hinchada del equipo de Moyano ya estaba impaciente.

Un jugador rival se tiró al suelo antes del tiro libre. "¡Hace tiempo, juez!", se quejaba Pablo Moyano, mientras los camilleros de Camioneros corrían para lanzar al herido a un costado de la cancha. El técnico visitante se enardeció, la barra le contestó con escupidas y Moyano pidió calma cuando empezaron a volar botellas de plástico. El árbitro por fin pitó, la pelota cruzó el área y terminó a los pies de un delantero que la pateó como si fuera la última vez. Los escarnios viraron a un agónico alarido del gol. Camioneros ganó 4 a 3.

En la cancha de Fénix, en Pilar, retumbaba un solo grito: "Vamos, camioné". Más de 3000 afiliados vitoreaban el jueves pasado al nuevo equipo de sus amores: el Club Atlético Camioneros. Un curioso club de fútbol que tiene como presidente a Pablo Moyano y como presidente honorario a su padre, Hugo, jefe de la CGT. Un club que ascendió en tiempo récord al Torneo Argentino C y que, en 2010, ya incorporó 14 jugadores para cumplir algún día el sueño moyanista: "Ver jugar a Camioneros en Primera".

La familia Moyano hasta logró darse el lujo de sumar a Diego Maradona. Un Maradona que acaba de cumplir 21 años, que juega de 10 y que es hijo de Lalo, hermano del DT de la selección. Llegó del North York Astros de Canadá especialmente para jugar en Camioneros. Aunque por ahora le esquiva a la presión: "Acá no se juega por el nombre".

Es que Diego Hernán está viendo los partidos desde la tribuna. De hecho, el jueves festejó los goles sentado al lado de su padre. Lalo Maradona es empleado y amigo de Pablo Moyano. El camionero paga viajes por el interior para que Lalo seleccione chicos. Después los prueban en las inferiores de clubes porteños. Pablo se queda con un porcentaje de los pases: una suerte de negocio a futuro.

Pero el fútbol de Camioneros es más que Maradona. Hace años que Pablo invierte en el club. Primero logró anotarlo en 2006 en la liga de Luján. Dos años después ya era campeón. Después peleó un lugar en el Torneo Argentino C. Ahora piensa en ascender con un equipo muy reforzado. "Con el apoyo de Moyano armamos un seleccionado", suele ufanarse Carlos Medina, el experimentado DT del equipo.

Junto con él llegó un pelotón de jugadores de categorías superiores: de Laferrre, de Sacachispas, de All Boys, de Los Andes... En la AFA aseguran que la inversión, sólo para trámites básicos, ya debería alcanzar los 500.000 pesos.

Pablo Moyano lo niega: "No ponemos un mango. El 80% del equipo son trabajadores". Es curioso. Medina, aunque es un técnico histórico del ascenso, reporta como camionero de residuos industriales. El flamante 9 estrella, Alejandro Ayala, fichó como recolector de residuos.
Lujos de otra categoría

Los refuerzos se desesperaban por llegar. Camioneros se da más lujos que un club cinco categorías superior. Sólo un ejemplo: el combinado moyanista se fue 15 días de pretemporada a La Falda, en Córdoba, una posibilidad que se dan pocos clubes de Primera y de la B Nacional. Jugó una decena de partidos preparatorios, incluso con equipos profesionales.

Pero el broche final fue en Soldati, en la cancha de Sacachispas. El equipo le hizo un regalo al líder cegetista en el día de su cumpleaños, el 9 de enero: jugó la copa Hugo Moyano. Y le ganó 1 a 0 a Deportivo Paraguayo, con gol de su otra estrella, Jorge Blanco, un ex jugador de Tigre.

Una semana después empezó el Torneo Argentino C. Camioneros ya jugó cuatro partidos, está invicto y primero en su zona. El jueves se impuso ante un favorito, Sporting La Fueguina, de Campana. La comisión directiva, además de ganar, planifica el siguiente objetivo: tener cancha propia. Expeditivo, Moyano mandó construir un estadio para 20.000 personas en Esteban Echeverría.

Sólo por ahora el equipo juega de local en la cancha de Fénix. Hasta ahí van afiliados en papel de hinchas, en colectivos sindicales. "Vienen como si fuera un acto", contaba el jueves un directivo, mientras miraba las tribunas, donde todas las banderas decían "Moyano conducción". En cada cantito lo nombraban como un jugador más: A Moyano lo sigo a donde sea / soy camionero hasta que me muera. El efusivo aliento se combinaba cuidadosamente con el escarnio habitual a los rivales. Al final del último partido, el DT visitante terminó tan escupido que se cansó y le gritó a la tribuna: "¡Al menos yo vengo porque quiero, no porque me pagan!". Del otro lado del alambrado, los camioneros se rieron: "Está bien, pero nosotros cobramos más que vos".