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24 de abril de 2024
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Saqueos en Chile y militares a la calle para mantener el control
Bachelet decretó el toque de queda. Afirmó que ya son más de 700 los muertos por el sismo y que hay muchos desaparecidos. Concepción fuera de control
1 de marzo de 2010
Chile quedó devastado por el terremoto que sufrió el sábado durante la madrugada. Su gente desolada y desamparada camina como zombie porlas calles que hoy son epicentro de saqueos, caos y desesperación.

Concepción, la segunda mayor ciudad de Chile y el epicentro del gigantesco sismo que demolió el sur del país, se transformó en territorio fuera de control, un caos generalizado por turbas de saqueadores dominándolo todo, con la policía desbordada y el resto de la gente aterrorizada durmiendo en las plazas o directamente en las calles destruidas.

La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, informó que la cifra de muertos se duplicó para llegar a 708, y anunció la militarización de esta y otras ciudades. Además, informó que hay una numerosa cantidad de desaparecidos, es decir que la cifra de victimas fatales no hará otra cosa que engrosar en las próximas horas.

La mandataria dijo que firmó un decreto a través del cual cedió la seguridad en la provincia de Concepción.

La medida de declarar el "estado de excepción de catástrofe" es el atajo legal para permitir el despliegue de las tropas y reforzar a los carabineros desbordados por la gente que actúa con una mezcla de miedo, hambre y desesperación ciudadana que ha agregado la peor parte de la dramática consecuencia del terremoto.

El ministro de Defensa, Francisco Vidal, dijo que "van a estar activados alrededor de 10 mil hombres y mujeres de las fuerzas armadas y de orden", con lo que se espera frenar la anarquía creciente en las regiones más afectadas.

De inmediato, tras el mensaje presidencial, se declaró el toque de queda en la región de BioBío que contiene a la ciudad de Concepción y también en la región de Maulé.

Concepción tiene la mitad de su casco urbano destruido. Los chilenos duermen en un campo inmenso de carpas coloridas armadas a las puertas de la ciudad.

Es allí donde se han ido a vivir la gente que no puede o no quiere quedarse en sus casas, porque en el primer caso han quedado hecha escombros o porque, en el segundo, tienen temor de que los edificios se desplomen sobre ellos como consecuencia de alguno de los temblores que han seguido constantemente haciendo danzar esta tierra.

"No podemos hacer mucho, estamos sobrepasados", dijo uno de los policías antimotines a un colega de la agencia AP.

En el centro, donde está la mayor concentración de supermercados y negocios, se ha convertido en el reino de los saqueadores. Decenas de personas que salen corriendo por el medio de las calles pasan llevándose todo lo que pueden cargar que han arrebatado de supermercados y almacenes.

A veces aparece la policía, pero la gente la ignora pese a que se sabe aquí que ya hubo disparos al aire en la cercana Talcahuano para frenar estos robos. Y también, afirman, sucedió igual en algún barrio de la propia Concepción.

En otros sitios se veía cómo arrojaban desde los primeros pisos de los edificios cajas y canastos que abajo, en la calle, y sin saber su contenido se las peleaban entre la gente hasta que alguno las arrebataba.

Los saqueadores no diferencian clases sociales. En esa búsqueda frenética de alimentos y bebidas¿este enviado pudo observar¿ cómo se mezclaban hombres y mujeres que conducían lujosos autos cuatro por cuatro con pobres e indigentes que salían con los brazos cargados de cajas.

Todos llevaban lo mismo, alimentos de primera necesidad, pañales y hasta comida para mascotas. Pero también se vio a muchos cargando televisores plasma, pesados lavarropas y enormes heladeras llevadas entre varios.

En algunos casos los supermercados abrieron sus puertas y dejaban entrar a la gente para evitar los destrozos. Pero en otros cuando las fuerzas de seguridad intentaron detener los saqueos el resultado era peor. Incluso con el disparo de gases lacrimógenas o camiones hidrantes. Notablemente la gente desafiaba la amenaza. Los locales que se resistieron terminaron destruidos e incendiados y los agentes de custodia heridos.

La mayoría de las puertas de ingreso eran forzadas con piedras y herramientas.

El movimiento en la ciudad es cada vez menor. Hay una llovizna permanente que se combina con el viento del sur y el frío que comienza a sentirse lo que hace aún más pesado el momento y torna desoladora la situación de los acampantes.