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20 de abril de 2024
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De terror: olas de 15 metros se 'tragaron' a turistas en Chile
El dato se conoció ahora que la Armada trasandina salió a reconocer que no advirtió que se venía un tsunami de proporciones gigantescas luego del demoledor sismo
4 de marzo de 2010
Como en la película más terrorífica, un número indeterminado de bañistas y turistas fueron 'devorados' por olas de hasta 15 metros de altura que golpearon con fuerzas varias zonas costeras de Chile.

Tras el impacto, el mar volvió hacia dentro rápidamente y se llevó a la gente al menos 2 kilómetros.

Ahora hay cientos de desaparecidos y buzos buscando los cadáveres en lo que parece una pesadilla intermiable.

"El epicentro está en tierra, por lo tanto no debería haber tsunami". Ese fue el radiograma que recibió la presidenta Michelle Bachelet de parte del servicio oceanográfico de la marina.

Eran las 5:20 del sábado, casi dos horas después del terremoto. Bachelet respiró profundo y cuando habló con los periodistas un momento después ni siquiera mencionó la palabra tsunami o maremoto.

En ese mismo instante una ola gigante de hasta 15 metros de altura golpeaba una hora después del terremoto las costas del centro y sur del país.

Veinticinco minutos después vendría otra de fuerte intensidad. La marina insistió: "El terremoto es de magnitud suficiente para generar tsunami y hay variaciones leves del nivel real de la marea pero estas condiciones no generan olas destructivas". Recién a las 7:34 la armada admitió que pudo haber existido un maremoto.

Para entonces ya habían castigado fuertemente a todo el litoral del Pacífico sur tres grandes olas y el mar se había tragado a cientos de personas que los buzos aún buscan y esperan rescatar los cuerpos en las próximas horas. Y se había desatado la polémica.

¿Quién había fallado, la marina o el gobierno al no informar? Lo cierto es que la mayoría de los casi 800 muertos se debió a ese error.

Ayer, cinco días después, el jefe de la Armada, el almirante Edmundo González, pidió disculpas y admitió que "fuimos poco claros en la información que le entregamos a la presidenta". Bachelet agradeció el gesto en una entrevista con radio Cooperativa: "Fue de mucha hombría reconocer que había sido poco claro".

Los familiares de las víctimas no son tan generosos. Piden que se castigue a los culpables. Ponen como ejemplo el caso de una niña de 12 años, Martina Maturana, hija de un jefe de carabineros de la isla Juan Fernández, que apenas sintió el temblor supo que había muchas posibilidades de que se produjera un tsunami porque lo había estudiado esa semana en la escuela. Se lo dijo a su padre pero éste no le respondió. Entonces, llamó a su abuelo en Valparaíso quien le dijo que el terremoto había sido de una magnitud inusitada y que había alerta de marejada.

Observó que los barcos, en la costa, se movían exageradamente y comenzó a gritar y repicar una campana que tiene la policía para dar la alarma. Fue así como muchos pobladores de la isla lograron salvarse al correr a tiempo hasta tierras más altas.