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Destino Sudáfrica: cuando el Mundial descubre una estrella
Cada cuatro años aparece la nueva figura de cada mundial. Estrellas que brillan luego por muchos años. De Beckenbauer a Paolo Rossi. De Neeskens a Burruchaga
11 de marzo de 2010
Por Roberto Aguirre Blanco

Las citas mundialistas proponen en cada edición, desde hace 80 años, tres grandes hechos: un campeón, una gran figura estelar y la aparición de una estrella en ciernes que explota y ratifica su talento internacional en los años subsiguientes.

Son las apariciones de jugadores que por debajo de las grandes figuras de esa Copa del Mundo garantizan la cadena virtuosa de estrellas que luego brillan por años en el firmamento del planeta del fútbol.

No siempre luego son el Rey de las siguientes Copa del Mundo, solo hay casos excepcionales como Pelé, Paolo Rossi o Ronaldo, pero entran en la cima de la atención de todos y ya no salen más de allí.

Quizás los más trascendentes sean, para la memoria los casos de Frank Beckenbauer quien fue la grata sorpresa de Alemania Federal en 1966, donde la gran figura había sido el portugués Eusebio, y luego brilló en el fútbol mundial por más de una década.

Detrás de la gran figura de Johann Cruyff en el mundial de Alemania 1974 estaba otro holandés que dejó su impronta y fue la gran revelación como el volante Johan Neeskens.

Ese cetro también lo ocupó en 1954 el delantero húngaro Fereck Puskas. Sitial que cuatro años había ocupado el uruguayo Juan Schiaffino autor de uno de los goles de la “celeste” en el Maracanazo de 1950.

Brasil fue un país, que su historia dejó varias figuras como revelaciones de Copa del Mundos , así fue el caso de Amarildo, un exquisito delantero en la edición de Chile 1962, mientras en Suecia 1958 el mundo descubrió a un adolescente maravilloso como Pelé.

En décadas más cercanas esas figuras nuevas fueron Ronaldo en Francia 1998 –con una gran explosión cuatro años después—y Ronaldinho en Corea 2002.

Italia fue otro país que marcó hitos con nuevas caras como en el caso del ahora eterno Giuseppe Meazza (Italia 1934), Paolo Rossi (Argentina 1978) y Roberto Biaggio (Italia 1990).

En el caso del Mundial de Argentina, a pesar de solo jugar tres partidos, detrás de Rossi quedó muy grabada la figura de Michel Platini quien escribió una rica historia personal el fútbol años después.

Si bien Argentina tuvo grandes estrellas en los mundiales como Mario Kempes (1978), Diego Maradona (México 1986) y Sergio Goycochea (Italia 1990), las apariciones que hicieron historia fueron otros jugadores.

El primero sin dudas fue el delantero de Huracán Guillermo Stábile, goleador del mundial de 1930 donde llegó como suplente para en 1974 maravillar al mundo el “loco” René Houseman.

El último lugar le queda a Jorge Burruchaga, autor del gol del título en México 1986, donde el entrenador Carlos Bilardo, con 23 años, lo ubicó de titular en el seleccionado y fue el mejor socio del astro Diego Maradona.