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20 de abril de 2024
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Tiene 31 años, sufre parálisis total y pide la eutanasia
Una joven pidió, por carta, que autoricen a desconectar el respirador al que está conectada desde hace 25 años. Quiere poner "fin a su vida de modo digno", dijo
18 de marzo de 2010
Una joven de 31 años con parálisis total y una enfermedad neurológica degenerativa congénita reclamó este jueves por carta a las autoridades suecas que autoricen a los médicos a desconectar el respirador al que está conectada desde hace 25 años.

El caso puede ser el primero que obligue a la Dirección Nacional de Salud y Bienestar a tomar una posición concreta sobre los límites de la eutanasia activa, un asunto objeto de debate en los últimos meses en Suecia, informó el diario Crítica de la Argentina.

Conectada al respirador desde los 6 años, la joven reclama el derecho del paciente a decidir por sí mismo si quiere seguir o no el tratamiento para continuar con vida y pide a este organismo que le dé una respuesta antes del próximo verano europeo.

En la carta, dictada a dos asistentes del hospital de Danderyd de Estocolmo, la joven manifiesta su "deseo expreso" de que permitan a los médicos narcotizarla y luego desconectar el respirador para poder poner fin a su vida de un modo digno "mientras conservo mi cuerpo y mi cerebro".

La joven, cuya identidad no se difundió y que vive en su casa con asistencia permanente, recuerda que no puede respirar ni moverse por sí misma y por tanto tampoco interrumpir su vida.

"Ayuden a los servicios de salud a ayudarnos. Ningún ser humano en el mundo puede afrontar asfixiarse a sí mismo en estado consciente sin tener pánico. Si hubiera podido hacerlo yo misma, lo habría hecho", dice la chica en el texto.

El médico de la joven se puso en contacto con el Comité Ético de la Asociación de Médicos en busca de asesoramiento y recibió una respuesta positiva al deseo de la joven. El Comité ha escrito ahora a la Dirección Nacional de Salud y Bienestar para que se pronuncie y clarifique la situación.

La eutanasia en su forma activa está prohibida en Suecia, aunque sus límites han provocado un debate en los últimos meses a raíz del caso de una médica del hospital infantil Astrid Lindgren, acusada de asesinato de un bebé prematuro al que suministró altas dosis de morfina cuando su estado era terminal.