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25 de abril de 2024
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“6,7,8” y “CQC”: la pelea de quien "la tiene más larga"
Dos maneras distintas de hacer televisión y un enfrentamiento de intereses. Un caso de corrupción en un segundo plano en nombre de “la buena política”. Un debate que saca de eje lo importante
31 de marzo de 2010
Por Roberto Aguirre Blanco

Por un lado el humor corrosivo que parece estar cayendo en desgracia de “Caiga Quién Caiga”, por el otro, desde el atrio del dedo rector de “6,7,8”, donde se dice saber que es lo mejor y peor para los medios de comunicación. El fondo de la cuestión, una simple pelea por saber quien tiene armas más "progres" en la TV.

El disparador no es menor: con el ya tradicional estilo de denuncia de Gonzalo Rodríguez, “CQC” descubrió, meses después que una donación de un aire acondicionado por parte del programa a una escuela de Jujuy, que este aparato quedó en las manos de un ignoto concejal que lo instaló en su casa.

Un claro caso de corrupción política, que poco importa si es uno que involucra supuestamente a un ex secretario de Transporte o una ex ministra de Economía o en este caso comprobado a un simple concejal de un pueblo perdido del Norte del país.

No importa si es oficialista u opositor, si es un “pesado” o un “pichi”, lo que resalta es que la cuestión es un abuso de poder y un acto de falta de cumplimiento de deberes de un funcionario público.

Sin embargo, en esta televisión banalizada y politizada que se somete al designio de los ciclos de archivos, la pelea entre el “progresismos” de la pantalla chica terminó en un debate “ético” por que medios se llega a la verdad.

Unos –“6,7,8” y sus hermanos gemelos “Duro de Domar” y “TVR”, todos producido por el expulsado productor de canal 13 Diego Gvirtz y ahora cobijado por las huestes del estado—apelaron al tratamiento de esta noticia como un hecho que define la “antigüedad” de “CQC para encarar temáticas de este tipo y un ataque de la supuesta “anti-política” de la TV que todo “lo ve mal”.

Por su parte, desde la productora “Cuatro Cabezas” se defendió el resultado de la investigación y se preguntaron “si esconder un caso de corrupción por más pequeño que sea no es un acto también de complicidad”.

Sin embargo desde ese sector también hay resentimientos: porque Gvirtz –enemigo en el rating en la lucha entre Zapping y TVR—dio cobijo este año como conductor de “Duro de Domar” a Daniel Tognetti, quien le ganó un juicio laboral a “Cuatro cabezas” por casi un millón de pesos. Y, señores el resentimiento se respira en el aire.

Entre chicanas y largo minutos de ataques y defensas en cada uno de estos programas la discusión principal, la de sostener una denuncia por un caso de abuso de poder, pareció quedar en un plano casi secundario. Grave.

Parece que en el nombre de la “nueva política” colocar un rastreador satelital dentro de la donación a esa escuela y descubrir que terminó en living de un funcionario, es un acto “indigno y que rememora las acciones de las policías hitlerianas y stalinistas”, según se reprodujo en “6,7,8”.

Bienvenido sea el debate ideológico y el planteo de ideas desde sectores que quiere definir como se debe comunicar una noticia o como no, a pesar que desde ciertos pulpitos oficiales se quiera enseñar con dogmas casi autoritarios lo que esta bien o está mal.

El problema es sacar de contexto el tema fundamental para exponer otras ideas que termina dejando a la denuncia original, casi como un hecho anecdótico y sin valor.

Sin embargo, desde este lugar de opinión se sigue pensando que un caso de corrupción que agrede directamente a la comunidad no importa como se descubre, si se hace dentro de la norma legal aunque la Justicia brille con ciertas ausencias, aunque está sea la ley de la televisión. Vale.