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20 de abril de 2024
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Un emotivo pedido de los hinchas argentinos en Pretoria
La impotencia de los hinchas que no pudieron ingresar a ver la práctica de la Selección llevó a la creación de esta bandera: "Dejennos ver a los jugadores"
8 de junio de 2010
Diego Provenzano y Emiliano Rodríguez, enviados especiales de Asteriscos.Tv

Foto: Asteriscos.Tv

La guardia en la puerta del búnker de la Selección argentina en el Centro de Alto Rendimiento de la Universidad de Pretoria no es sólo de los periodistas que no quieren perderse los pasos del equipo albiceleste.

Hace unos días mostramos la historia del matrimonio cordobés de Marisa y Sebastián, quienes alquilaron un auto para seguir a la Selección y duermen en su asiento trasero en la puerta de la Universidad.

Y ahora, otra nutrida familia de argentinos trata de seguir a los jugadores conducidos por Diego Maradona "a todos lados" para tratar de obtener al menos un autógrafo.

Sonia, que vive en Sudáfrica hace ocho años, es la protagonista del pedido que engloba a centenares de argentinos que soportan el frío del atardecer en Pretoria para poder estar cerca de sus ídolos.

La mujer, que está de novia con Jannie (sudafricano) y tiene dos hijos (Brian y Lucero), está radicada en la ciudad que alberga a la Selección y hace unos meses recibió a su hermana Ana, quien llegó con su niño Pedro (12) para instalarse en este mismo sitio.

Todos llegaron desde temprano y se preocuparon por saber si hoy, al igual que el domingo pasado, iban a poder observar desde la tribuna la práctica vespertina de la Selección.

Equipados con todo el cotillón necesario (gorro, bandera y vincha) trataron de "colarse" entre la multitud de periodistas pero la estricta seguridad les negó el paso.

En ese momento fue en que Sonia tomó el fibrón que en principio iba a ser utilizado para las firmas de los jugadores en la remera de la Selección, apoyo su bandera sobre una caja de servicio y escribió la leyenda conmovedora que se muestra en la foto.

Sin embargo, nada fue suficiente para que lograran superar la reja que los separaba de la cancha principal donde sus ídolos, sin saber de su pedido, seguían entrenando.