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16 de abril de 2024
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"El hombre solitario": Michael Douglas sabe caer en desgracia
En un filme que gira en torno a la actuación de su protagonista, se sigue la historia de un hombre que lo va perdiendo todo pero cree estar disfrutando de lo que le queda de vida
18 de agosto de 2010
Por Sebastián Martínez

Hay dos hechos en la historia clínica de Michael Douglas que son públicamente conocidos. El más reciente, de hace sólo unas horas, señala que se le ha detectado un tumor en la garganta y que corre riesgo de perder la voz. El otro, ya algo añejo, indica que sufría una adicción al sexo que, en parte, le valió la ruptura de su primer matrimonio.

Este repaso por la salud de Michael Douglas viene a cuento, aunque parezca extraño, del estreno de su más reciente película: “El hombre solitario”. Porque en este filme Douglas tuvo que interpretar a un hombre que orilla los 60 años (casi como él), que teme un diagnóstico médico negativo (como le ha pasado a él) y que decide vivir acostándose con cuanta mujer lo acepte (tal como él parece haber hecho durante años).

De hecho, quitando el dato del tumor de garganta que es muy reciente, la elección de Douglas para el papel de Ben Kalmen al frente de “El hombre solitario” no parece ser haber sido inocente. En cierto modo, a Douglas se lo convocó para que hiciera de Douglas. Y, por supuesto, lo hace muy bien.

“El hombre solitario” cuenta la historia de Ben: un hombre que era exitoso en los negocios, que tenía un feliz matrimonio con Nancy (Susan Sarandon) y una buena relación con su hija (Jenna Fischer), pero lo fue perdiendo todo. ¿Qué pasó en el medio? Ben fue al médico, le dijeron que había que hacer unos estudios y, seis años más tarde, nos encontramos con que toda la vida de Ben ha cambiado.

¿Se lo ve mal a Ben luego de haber disuelto su matrimonio, haber perdido su negocio automotriz y haber puesto en dificultades su relación con su hija y su nieto? Para nada. Ben está convencido de estar haciendo lo correcto. Y tiene toda una filosofía que divulga a cada rato sobre cómo se debe vivir: teniendo sexo todo lo que se pueda y pidiendo dinero prestado a quien lo escuche.

Pero la vida de Ben descarrila más de la cuenta. Sin ingresos y con sus lazos familiares en peligro, comienza a salir con la hija de un poderoso industrial que le abriría las puertas del mundo de los negocios. Pero un día le toca acompañar a la hija de esta mujer hasta la universidad y comete una serie de errores que acrecientan su desgracia.

El filme, que tiene algo de moralista pero sin molestar demasiado, seguirá en líneas generales la vida de Ben, que parece hundirse más a cada paso y pondrá al espectador en la situación de pretender que el buen hombre encarrile sus pasos de una buena vez por todas.

Pero el gran eje de la película es el propio Douglas, quien se encuentra con un personaje confeccionado a medida y, encima, rodeado de partenaires como Sarandon, Fischer o el propio Danny DeVito, que sostienen la película cuando corre riesgo de hacer agua.

“El hombre solitario” termina siendo, entonces, una de esas películas que no tienen nada objetable en sí. La trama, los conflictos y los diálogos no llegan a ser nunca brillantes, pero los actores que los ponen en práctica demuestran tanta solvencia, que el resultado no es desalentador. En el fondo, es un filme sencillo. Y, quién sabe, quizás lleve a la vitrina de Douglas un segundo Oscar como actor protagónico.