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18 de abril de 2024
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Ex embajador en Unesco niega versión K sobre Papel Prensa
Se trata de Gustavo Caraballo, detenido junto a Lidia Papaleo durante la dictadura. Negó que la mujer haya sido obligada a vender la empresa como dice la Casa Rosada
23 de agosto de 2010
Este martes, el mismo día que vencen las facultades delegadas al Poder Ejecutivo, la presidenta Cristina Kirchner recibirá el informe "Papel Prensa, la Verdad", que en la lógica kirchnerista de confrontación con los medios que aún no se pudieron domar, servirá para intervenir esa empresa controlada por los diarios Clarín y La Nación.

Mientras el Gobierno prepara para este martes la difusión de un informe sobre Papel Prensa en el que ya dejó en claro que cuestionará la transferencia de las acciones de la empresa a Clarín y La Nación, en noviembre de 1976, el ex embajador argentino en la Unesco Gustavo Caraballo, que fue torturado por la dictadura y estuvo detenido en 1977 en el centro clandestino Puerto Vasco junto a Lidia Papaleo de Graiver, cuestionó el intento oficial por vincular el traspaso a supuestas torturas.

"Más de treinta años después, se pretende vincular esa transacción a la tortura y persecución de Juan, Isidoro y Lidia Graiver por recibir fondos de Montoneros. Todo ese andamiaje es falso", expresó el ex diplomático en una carta que tituló "No hay democracia sin verdad" y que envió, con pedido de que fuera publicada, al diario La Nación.

Según narra Caraballo en su misiva, como abogado del ex ministro de Economía José Ber Gelbard, había contactado a Lidia Papaleo por una deuda de 6 millones de dólares que tenía David Graiver, su difunto marido, con el ex ministro.

Eso fue antes de que tanto él como la viuda de Graiver fueran detenidos por el gobierno de facto.

Y, siempre según el ex embajador, la mujer ofreció cancelar la deuda con acciones de las empresas Marmicoc y La Opinión porque a Papel Prensa "la habían vendido con anterioridad".

Dijo, además, que habló con los miembros de la familia Graiver durante su detención y que éstos "jamás mencionaron que la venta de Papel Prensa" estuviera vinculada "a las presiones que soportaron durante su injusta detención".

Este es el texto completo de la carta que envió Caraballo y que publicó La Nación:

"No hay democracia sin verdad. Se anuncia la intención del Gobierno de querer anular la venta de Papel Prensa realizada en 1976 por la familia Graiver al consorcio integrado por los diarios LA NACION, Clarín y La Razón. Más de treinta años después, se pretende vincular esa transacción a la tortura y persecución de Juan, Isidoro y Lidia Graiver por recibir fondos de Montoneros. Todo ese andamiaje es falso.

"Como tuve conocimiento de los hechos, creo que esta carta puede contribuir a la verdad. Como abogado del ex ministro de Economía José Ber Gelbard, éste me encomendó visitar a Lidia Papaleo de Graiver para gestionar el pago de una deuda por 6.000.000 de dólares.

"La visité a principios de 1977, creo que en febrero o marzo. La Sra. Papaleo me dijo que estaba acorralada por las deudas y me mostró la nómina de compañías que conservaban, ofreciéndome Marmicoc y La Opinión, para cancelar el crédito de mi cliente. Mi cliente no aceptó y me pidió que les hiciera juicio. No estaba en esa nómina Papel Prensa, pues la había vendido con anterioridad.

"En enero de 1977 no había aparecido la conexión de David Graiver con Montoneros, de lo que tuvieron conocimiento las autoridades militares recién en marzo con la detención de Juan e Isidoro Graiver.

"En enero de 1977 no había contra esa familia ninguna persecución por parte del gobierno. Por el contrario, siguiendo un proceso que ya había iniciado David Graiver con la contratación de dos expertos en imagen muy vinculados a los militares, buscaba un acercamiento al régimen dictatorial.

"A mí, sin acusación alguna, me detuvieron el 1º de abril de 1977, y tras el paso obligado por los centros clandestinos de detención y tortura de Puesto Vasco y el Pozo de Banfield, me pusieron a disposición del Poder Ejecutivo. Los encargados de Puesto Vasco eran ciertamente muy rudos con los detenidos que no tenían registro ni nombre, como dice el título del libro de Jacobo Timerman, Prisionero sin nombre, celda sin número.

"Tras soportar jornadas de tortura en las que negué toda vinculación mía y de Gelbard con Montoneros, me dijeron que llevarían a mis hijas menores a ser torturadas conmigo. Todo hombre tiene un punto de flaqueza cuando se amenaza a sus hijos. Ofrecí firmar una hoja en blanco para que la llenaran a su arbitrio, pero una voz puso fin a la tortura y a la amenaza y me devolvió a mi celda. Meses después era liberado sin cargo alguno por decreto del PE de noviembre de 1977.

"Desde la ventana de mi celda en Puesto Vasco ví varias veces a Lidia Graiver, tabicada y guiada por los carceleros para ir y volver de los cuartos de tortura. La familia Graiver soportó todo tipo de apremios y vejámenes, pero no tuvieron que ver con Papel Prensa. Como alguien que está apremiado por las deudas, ya se había desprendido legítimamente meses antes de Papel Prensa, aunque quedaran formalidades pendientes. Tuve oportunidad de hablar con los miembros de la familia Graiver durante mis meses de detención y jamás mencionaron que la venta de Papel Prensa estuviera vinculada a las presiones que soportaron durante su injusta detención.

"Cuando el gobierno de Alfonsín indemnizó a los Graiver por la privación de sus bienes, nunca estuvo incluida Papel Prensa, pues la familia no vinculó su venta con maniobras de la dictadura.

"Pretender ahora construir una nueva teoría de los hechos para restituir acciones de Papel Prensa a Lidia Graiver mediante un acuerdo probable con ella, a fin de controlar un insumo básico para la prensa libre, es para mí tan ofensivo a la dignidad pública y tan inmoral como aquel esbirro que me coaccionó a mentir mediante una amenaza sobre mis hijas", indicó.