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Correa: "El golpe no ha terminado, continúa"
El presidente de Ecuador reveló que temió "no salir vivo" del Hospital de la Policía, donde estuvo atrapado. "Debemos prepararnos para el resto", advirtó
7 de octubre de 2010
A una semana del intento de Golpe de estado, disfrazado en una sublevación policial que derivó en un enfrentamiento armado con el ejército, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, afirmó, durante una conferencia de prensa con medios extranjeros, que "el golpe no ha terminado", y confesó que temió "no salir vivo" del Hospital de la Policía, donde estuvo atrapado por más de nueve horas, antes de ser rescatado por un grupo de militares.

"Los gobiernos progresistas de América latina, los que queremos un verdadero cambio de estructuras, enfrentamos una conspiración permanente; para nosotros el golpe no ha terminado, continúa. Lo del día jueves 30 de septiembre pudo haber sido una medición, debemos prepararnos para el resto", dijo Correa.

El mandatario ecuatoriano confesó a los medios que mientras estuvo atrapado en el Hospital de la Policía, rodeado de agentes sublevados, pensó que lo iban a asesinar. "Sinceramente creía que no iba a salir vivo de ahí. Sentí pena por mi familia", dijo.

El jueves de la semana pasada, los agentes del principal cuartel policial de Ecuador se alzaron para protestar por la eliminación de beneficios económicos, lo que derivó en ataques físicos y verbales a Correa cuando se acercó al lugar. El mandatario tuvo que refugiarse en un hospital cercano, en donde quedó retenido por más de nueve horas.

Durante el encuentro de prensa, el mandatario insistió en que detrás de la rebelión policial existieron lazos políticos, y acusó directamente al ex presidente Lucio Gutiérrez, a su hermano Gilmar y a su partido Sociedad Patriótica.

Y en sintonía con las declaraciones de los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Bolivia, Evo Morales, Correa no excluyó que grupos "de extrema derecha" norteamericanos hubieran participado de la revuelta, "como ya lo hicieron en el golpe de Estado de Honduras", ocurrido en 2009, según dijo.

Correa, sin embargo, aclaró que el gobierno de Barack Obama "no tuvo nada que ver" y, por el contrario, agradeció la solidaridad que le fue demostrada a través de la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

Por otra parte, el mandatario ecuatoriano descartó nuevamente ayer hacer un uso inmediato de "la muerte cruzada", un mecanismo constitucional que prevé la disolución de la Asamblea Nacional y el llamado a elecciones legislativas y presidenciales.

"No vemos en lo inmediato necesidad de ninguna muerte cruzada, pero tampoco es que podemos excluirla", señaló Correa, que explicó que la medida ya no es urgente porque ha logrado acercamientos políticos en la Asamblea tras el alzamiento.

La Fiscalía de Ecuador, en tanto, ordenó la detención de 46 agentes presuntamente implicados en los hechos. "Hay que depurar la policía. Hay un núcleo duro que hará cualquier cosa para seguir mandando en el país y hacer lo que se les de la gana. Tenemos que sancionarlos con toda la firmeza de la ley", dijo Correa. Por último, reconoció que existió un fallo en los servicios de inteligencia de su país, que no detectaron que se preparaba una insurrección.