En los últimos quince días se observó en la Ciudad y el Conurbano la proliferación de mosquitos. Los expertos explicaron que la causa se encuentra en el inicio de los días más cálidos y el aumento de las jornadas con lluvias.

Pero si bien este tipo de situaciones de inmediato remite a la posibilidad de que aparezcan en la zona nuevos casos de dengue, los especialistas lo descartaron.

Señalaron que el incremento de enfermos que hoy se observa en Brasil y Bolivia no tiene su correlato en el país, debido a que aún los huevos de Aedes aegypti no maduraron.

"Esto quiere decir que si llegan a Buenos Aires personas infectadas con el virus del dengue no va a haber casos autóctonos, porque al no haber mosquitos vectores adultos no hay transmisión de la enfermedad", explicó Nicolás Schweigmann, profesor del Departamento de Ecología, Genética y Evolución de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y director del Grupo de Estudios de Mosquitos de la misma institución.

Entonces, ¿qué es lo que pica a los porteños y bonaerenses? Las variedades Ochlerotatus albifasciatus y Culex pipiens. El primero se cría en parques y plazas, no tiene problemas con las bajas temperaturas y pone huevos en charcos y zonas donde se acumula agua. Los huevos sobreviven cuando su hábitat se seca, para acelerar su crecimiento con las lluvias. El segundo, de comportamiento similar, es hogareño y crece en piletas que no son limpiadas de manera correcta. Transmite la encefalitis de Saint Louis, una enfermedad que afectó a 40 personas en Córdoba en 2005.

Si bien el Aedes aegypti aún no se encuentra en el territorio, los especialistas aconsejaron a la población extremar las medidas de prevención, ya que está pronta la época de su desarrollo. La invasión, se estima, se dará en enero, informó el diario La Nación.

Con respecto a la posibilidad de iniciar la fumigación, Oscar Lencinas, director médico del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, sostuvo que "todavía no es época". Sin embargo, aclaró el Gobierno está colocando en espacios de agua una bacteria que ataca las larvas e impide que eclosionen.