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26 de abril de 2024
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Di Palma: un “loco” lleno de talento que vivió a fondo
Hace una década fallecía a los 55 años un verdadero ídolo del automovilismo nacional. Rubén Luis Di Palma un piloto lleno de talento y locura. Pasión por los fierros
30 de octubre de 2010
De la redacción de Asteriscos.Tv

Vivió con el acelerador a fondo y su final, que jamás hubiera sido en una pista, tenía que tener una relación directa con su pasión, las carreras de autos y sobre una máquina con motor.

La esencia de la vida de Rubén Luis Di Palma no le permitía otra opción para esa última curva de la vida y así la tarde del sábado 30 de octubre de 2000, el helicóptero que piloteaba se precipitó a tierra en un campo de Carlos Tejedor cuando regresaba de ver las pruebas de clasificación de uno de sus hijos.

Su sorpresiva muerte, cuando aún tenía mucho para dar y seguía con las ganas intactas de seguir corriendo, como cuando había debutado en el TC cuatro décadas antes, fue un golpe durísimo para los apasionados amantes del mundo motor y generó uno de los sepelios más conmovedores entre los grandes del automovilismo argentino.

La vida de Di Palma estuvo siempre marcada por el vértigo, la aventura y la velocidad, pero también por el sacrificio, la entrega, el carisma y la humildad, y así consiguió ser uno de los pilotos más respetados y admirados.

Había nacido el 27 de octubre de 1944 en Arrecifes, provincia de Buenos Aires, y ya desde pequeño se unió al mundo de la velocidad.

Cuando terminó la escuela primaria, comenzó a trabajar junto a su padre en el taller que tenía en la entrada del pueblo.

A los 14 años ya usaba la moto HRD que tenía su padre, y al poco tiempo comenzó a correr en dos ruedas.

Al principio fue con una Gilera, seguida por una Tehuelche, y finalmente una Zanella. Después quiso probar suerte con el karting, con el que ganó más de diez carreras en el transcurso de un año y medio.

Su debut oficial en el Turismo Carretera, donde se convertiría en el ganador más joven y más viejo de la categoría, fue el 30 de octubre de 1963 –sí, en una paradoja del destino, el mismo día de su muerte 47 años después-- a bordo de una coupé Ford de la Peña "El Gato Negro" que había pertenecido a Julio César Castellani.

A los 19 años, el 31 de mayo de 1964, ganó la Vuelta de Arrecifes, algo que lo llenó de satisfacción.

Enseguida se vislumbró el talento que tenía Di Palma en una pista. Sin embargo, 1965 no fue su año, ya que con la coupé que tenía no pudo lograr demasiadas victorias.

En 1969 participó con una Liebre II en dos categorías, una era Sports Prototipos y la otra Turismo Carretera. Allí ganó la Vuelta de la Manzana, pero fue descalificado por cambiar la caja de velocidades.

Más tarde, y por sus excelentes actuaciones, fue convocado para disputar en Alemania las 48 horas de Nürburgring. Su coche fue el Nº 1 y lo compartió con Carmelo Galbato y Cacho Fangio, pero debieron abandonar por quemar un fusible.

En 1970 alcanzó su primer título con el Torino en Turismo Carretera y ahí comenzó a hilvanar una trayectoria increíble que lo llevó a ganar nueve coronas.

Fue campeón de TC Fórmula A (1970 con Torino); de TC (1971 con Torino); de TC 2000 (1983 con VW 1500), Sport-Prototipo (1971, 1972 y 1973 con Berta-Tornado), Mecánica Argentina F-1 (1974 y 1978) y Supercart (1993 con Torino).

Compitió y ganó en todas las categorías como Turismo Carretera, Turismo Competición 2000, Sport-Prototipos, Mecánica Argentina (Fórmula 1 y Fórmula 2), Campeonato Argentino de Pilotos (Datsun), Fórmula 2 Nacional y Codasur y Supercart.

Su trayectoria habla por sí sola, con 633 competencias disputadas, 118 triunfos (20 de ellos en el TC) y una última victoria emotiva el 13 de septiembre de 1998 (con casi 54 años), en el autódromo de Oscar Alfredo Gálvez de Buenos Aires. Con Ford Falcon se adjudicó la final del TC escoltado por Emilio Satriano y Guillermo Ortelli.

Las hojas para describir su trayectoria no se agotarían nunca, pero su impronta, su calidad de persona y la herencia genética en cada de sus hijos amantes de los fierros es la mejor síntesis.

Con el Loco Di Palma se fue un mito, pero sus enseñanzas, sus glorias y su pasión por el automovilismo quedaron intactas en los amantes de este deporte.

¿Y por qué Loco?... Por cada una de las acciones que acometió con una máquina de motor en sus manos, ya sea moto, auto, tractor, avioneta o helicóptero, y porque además era un lindo personaje.

Como ejemplo algunos recuerdan su participación en el Rally de Argentina de 1983 dentro del equipo oficial Audi y de cómo, tras largar en Buenos Aires, cumplió con una promesa: pasar a comer asado con sus compañeros que lo esperaban en la ruta de la carrera.

Inevitablemente, la primera parada fue Arrecifes, su ciudad natal, donde comió un “choripán” con sus hijos aún pequeños, Marcos, José Luis y Patricio, para luego avanzar unos kilómetros y detenerse en Carlos Casares donde comió una tira de asado en una mesa preparada por su amigo Roberto Mouras.

El último pedazo de matambrito tiernizado y el postre lo degustó en la tercera parada “obligada”, 9 de Julio, en la casa de Guillermo “Yoyo” Maldonado. Así y todo, llegó quinto en la general a Bariloche junto a sus demás compañeros del equipo Audi.

¿Loco yo?