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25 de abril de 2024
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Servicios básicos en hogares pobres, una deuda del Estado
Para estas familias, es cada vez más difícil tener agua corriente o gas en red. Pese a esto, en las villas los alquileres se encarecen más. El crudo mapa de la realidad social
8 de noviembre de 2010
Persiste en los hogares pobres el déficit de acceso a servicios. Para ellos es cada vez maas difícil tener agua corriente o gas en red. Además, en las villas los alquileres se encarecen más.

Estas son algunas de las conclusiones de un relevamiento realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina y corresponden a 2009. El informe detalla que de cada 100 viviendas ubicadas en villas o asentamientos precarios de los grandes centros urbanos del país, 73 no tienen gas natural, 28 no acceden al agua corriente de red, 75 carecen de conexión a la red cloacal y 66 están en calles sin pavimentar.

Además, en 25 de cada 100, sus habitantes viven hacinados, es decir, con tres o más personas por habitación. La precaria calidad de vida en esos lugares, sin embargo, no impidió que en los últimos años las familias que allí habitan fueran las más afectadas por la suba del costo de los alquileres: mientras que el valor promedio de los contratos se elevó un 62%, el acceso al uso de una casa en una villa urbana se encareció entre 2007 y 2009 mucho más: un 97,4 por ciento, según pudo saber La Nación.

El estudio concluye que en los seis años previos, pese al fuerte crecimiento económico, las mejoras en cuanto al déficit habitacional fueron leves en líneas generales, aunque diferenciales según el tipo de servicio.

El agua potable, por ejemplo, pudo llegar a más hogares, pero la falta de políticas para la inversión en redes de gas hizo que en ese rubro casi no se registraran avances, con una agravante para la inequidad: el Gobierno sigue con la decisión de subsidiar a las clases medias y altas en el consumo de ese fluido por red, mientras que el precio de las garrafas es mucho más elevado.

En cuanto a los costos de alquiler, los datos muestran que el costo promedio mensual de ocupar una vivienda en una villa pasó de $ 191 a $ 378 entre los años mencionados, lo que representa un alza del 97,4 por ciento. En las zonas con trazado urbano donde habitan familias de clase baja, el precio subió de $ 395 a $ 705 (un 78,5%), y en los barrios de clase media la suba fue del 51,5 por ciento. Así, el efecto inflacionario duplicó su incidencia en las familias con más carencias.