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19 de abril de 2024
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El 'cuarto muerto' de Soldati cuenta cómo se salvó
El SAME lo creyó muerto luego de que supuestos barrabravas de Huracán lo bajaron de la ambulancia en la que lo llevaban con un balazo en la cara
18 de diciembre de 2010
Johnny Morales, el joven boliviano al que el SAME dio por muerto luego de que lo bajaran de prepo de una ambulancia que lo trasladaba herido de un balazo en la cara durante la toma del Parque Indoamericano en Villa Soldati, dijo que tiene miedo de seguir viviendo en la peligrosa villa 1-11-14 del Bajo Flores.

No sólo porque allí los narcos disputan territorio a los tiros, sino porque tiene miedo que los vecinos le digan que "es un boliviano usurpador".

Morales fue baleado en la cara por la Policía -aún tiene el proyectil alojado en su cabeza- y encima, la patota de Huracán lo bajó agonizando de la ambulancia para propinarle una paliza.

Por eso, el joven boliviano de 22 años -hace 12 que vive en la Argentina- muestra el balazo que le entró por la oreja, un ojo morado, un golpe contundente en la cabellera y le pide desesperadamente a su presidente Evo Morales que cumpla con su promesa y que le dé trabajo y tierras en su país de origen.

También le solicita a Cristina Kirchner, ante la cámara de Perfil.com, que lo saque "ya" de la villa, porque quiere vivir dignamente.

A Jhonny se lo creyó fallecido varios días. Fue el "cuarto muerto", aunque con nombre cambiado, para medios de todo el país.

Y estuvo cerca, pero sobrevivió y estuvo internado cuatro días en el Hospital Santojanni.

El titular del SAME, Alberto Crescenti, y un dirigente bolviano dijeron que había sido "rematado" al ser bajado de un ambulancia durante los incidentes en el predio de Soldati el viernes pasado. Fue toda una confusión.

En una entrevista con Perfil.com, el joven que vive de "changas" en la construcción y el mercado textil cuenta que fue a ocupar una parcela del predio de Soldati al “ver a otros ocupas por la tele" y porque "también escuchó comentarios", entre ellos, los de sus tíos de Villa Lugano.

"De curiosos fui solo a Soldati", confiesa. "Yo tengo un departamento chico con mi mamá en la villa y el día de mañana voy a necesitar un techo para mis hijos. Entonces entré y me agarré un pedazo. Aunque después a muchos nos sacaron”, sigue narrando. Nunca habla de punteros políticos.

“Me estaba volviendo para mi casa porque no tenía para comer y quise esperar para volver otro día, pensar en juntar dinero de a poco para comprar", dice.

De pronto empezaron a decir que venía la barra de Huracán, La 12 y los vecinos. "Ahí empezó todo el quilombo", recuerda Johnny, que tiene otros tres hermanos viviendo en el país, además de su madre. De su padre, en cambio, no sabe nada desde que es chico.

“Veo a mi tío que estaba tirado en el piso, en un mal estado. Después sentí un tiro acá, en el oído. Avance unos diez metros para que no me agarraran los vecinos y de ahí me llevaron a la ambulancia. Ahí escuché piedrazos, palazos, me bajaron y me pegaron. “Matenló, matenló”, me decían", continúa el dramático relato de Jhonny.

“Pensé que en ese momento me iban a matar. No podía hacer más nada”, agrega tocándose el ojo morado y el resto de las heridas una y otra vez.

“Una de las personas de la Iglesia Evangelista me vino a buscar y decía que estaba sano. Ellos me llevaron al Hospital Santojanni”, dice entre recuerdos borrosos y una voz quebrada por la inflamaciones que padeció. Por esa dolencia sólo puede ingerir líquidos.

“No terminé el colegio, lo dejé. No tengo padre, no tengo la ayuda de nadie. Mi mamá está sola y no puede trabajar. Entonces nosotros tuvimos que dejar la escuela y empezar a trabajar", señala Jhonny.

Luego aparece su madre renguendo. Qué le ocurrió: “Le pegaron un tiro. Estaba en la Provincia y no lo podía creer. Ella sólo trabajaba. "Ahora cambió todo. Ahora ya no es lo mismo, ahora cualquiera mata por 10 centavos”.