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26 de abril de 2024
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Astor Piazzolla, la revolución que llegó al tango y está vigente
Se cumplen 90 años años del nacimiento del gran músico argentino que cambió al aire al tango. Fue criticado y condenado. Estrella mundial y reconocido
11 de marzo de 2011
A diez años del comienzo del tango en el Río de la Plata, en 1921 en su querida mar del Plata, nacía un verdadero revolucionario de este género: Astor Piazzolla, llamado
a cambiar el estilo y ser uno del os músicos más importantes de la historia argentina.

Su vida de 71 años, falleció en 1992, fue una volcánica esencia de transformación para una música ciudadana que tras su apogeo de las décadas del cuarenta y cincuenta, tuvo en los fines de los sesenta una necesidad de cambio que llegó de la mano creativa del bandoneón del autor de "Libertango".

Formado en la música erudita y entrenado en el discurso musical del jazz, Piazzolla impregnó al tango de una estética más rica y compleja, con un estilo singular y poderoso que combinó elementos nuevos con el pulso natural del género.

La vigorosa transformación de su música se ganó, en su tiempo, el elogio y el repudio de sus pares. Hoy nadie compone tango sin considerar su música.

A los 8 años, su padre le regaló un bandoneón e inició sus estudios que tuvieron una etapa esencial en Nueva York (donde su familia se radicó entre 1925 y 1936) bajo las enseñanzas del pianista húngaro Bela Wilda, discípulo de Rachmaminov.

La historiografía del tango se complace en destacar su temprano encuentro con Carlos Gardel en Manhattan, en 1934, promovido por su padre.

El Zorzal invitó al joven a participar de la película "El día que me quieras" (1935) (donde Piazzolla interpretó a un canillita) y luego en su gira americana que terminó con el trágico accidente aéreo en Colombia.

De vuelta en la Argentina, Astor inició en 1941 otra etapa decisiva en sus estudios con Alberto Ginastera y se convirtió en arreglador de la orquesta de Aníbal Troilo, de la que formaba parte como bandoneonista desde 1939.

A menudo Troilo debía moderar sus composiciones para no espantar a la ortodoxia tanguera.

En 1944 abandonó la orquesta de Troilo para formar una propia que acompañó al cantor Francisco Fiorentino, pero la experiencia sólo duró hasta 1949 cuando Piazzolla, decidido a investigar nuevos horizontes artísticos, abandonó el tango y el bandoneón para estudiar nuevas sonoridades. Tenía 28 años.

En París, mientras estudiaba, gracias a una prestigiosa beca, con la pedagoga Nadia Boulanger encontró su estilo personal y se reconcilió con el tango.

Volvió a la Argentina en 1955 y formó el Octeto Buenos Aires (dos bandoneones, dos violines, contrabajo, cello, piano y guitarra eléctrica), que fue el motor de sus innovaciones compositivas y significó la ruptura definitiva con el formato tradicional.

La revulsiva experiencia del Octeto continuó sólo hasta 1958, cuando Piazzolla lo disolvió para emprender un viaje a Nueva York donde trabajó como arreglador. De esa etapa surgió el célebre "Adios Nonino", escrito a raíz de la muerte de su padre.

De nuevo en Buenos Aires, ya en los sesenta, Piazzolla conformó el Quinteto que fue, acaso, la formación que mejor expresó sus ambiciosas ideas musicales (bandoneón, violín, bajo, piano y guitarra eléctrica).

Inauguró un nuevo ciclo musical en 1968, asociado al tango canción, en conjunto con el poeta Horacio Ferrer y la cantante Amelita Baltar, que fue su pareja (en 1966 se había serparado de su primera esposa, Dedé Wolff).

En 1972 Piazzolla se radicó en Italia e inició una serie de grabaciones, entre ellas "Libertango", con las que se ganó el prestigio del público europeo.

En sus últimos años, acaso los de mayor difusión de su música, intensificó su exploración en la música sinfónica. Murió el 4 de julio de 1992 afectado por una trombosis cerebral.

So obra, inmensa, encontró inspiración en las inovaciones de Osvaldo Pugliese en piezas como "Negracha" o "La Yumba", para después encontrar un lenguaje propio que se expresó en composiciones populares como "Balada para un loco", "Chiquilín de bachín", "Decarísimo", "María de Buenos Aires", entre tantas más.

Piazzolla incorporó al tango sonoridades hasta entonces consideradas disonantes, cadencias armónicas propias de otros géneros e impuso una célula rítmica diferente de la tradicional: agrupando las ocho corcheas del compás clásico de cuatro por cuatro en subgrupos de tres, tres y dos, con acentuación en las corcheas uno, cuatro y siete.

Ya no quedan en el ambiente del tango corrientes relevantes que resistan la transformación musical de Piazzolla.

En su tiempo se dijo que su música no era tango; hoy no es posible concebir el género fuera de su obra.